Del guion tradicional al relato personalizado: De lo normativo a lo diverso en el Ciclo Vital Familiar

Las familias son organismos dinámicos que atraviesan múltiples transiciones a lo largo del tiempo. La manera en que se estructuran, interactúan y evolucionan ha sido objeto de estudio en diversas disciplinas, dando origen al concepto de ciclo vital familiar (CVF), el cual busca describir las etapas y cambios que experimentan los núcleos familiares a lo largo de su existencia.

Desde su introducción pro primera vez en la década de los años 40 por Reuben Hill, un sociólogo pionero en el estudio de la familia, el CVF ha sido un modelo de referencia en la psicología, la sociología y la salud. Inicialmente se propuso que todas las familias debian atravesar distintas etapas a lo largo del tiempo, en un proceso que implicaba adaptaciones a los cambios internos y externos.

Sin embargo no fue hasta la década de 1950 cuando Evelyn Duvall sistematizó y popularizó el concepto, desarrollando un modelo más estructurado del ciclo vital familiar. En su propuesta, identificó una serie de etapas por las que transitan las familias, basándose en el crecimiento y desarrollo de los hijos, desde la formación de la pareja hasta la fase de “nido vacío” y la vejez. Posteriormente autores como Carter y McGoldrick (1980) ampliaron este concepto al incluir una perspectiva más sistémica, reconociendo la influencia de factores socioculturales y estructurales en la evolución familiar; Debido a su impacto en la comunidad científica, la Organización Mundial de la Salud (OMS) también adoptó este concepto dentro de su marco de salud pública, subrayando la importancia de la dinámica familiar en la promoción del bienestar y la prevención de enfermedades, logrando así establecerse un común denominador en las etapas del CVF de todos los autores: 

Etapas del Ciclo Vital Familiar – Modelo Tradicional

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Es un hecho que inicialmente se asumía una trayectoria universal para todas las familias, basada en la formación de la pareja, la crianza de los hijos y la vejez. Sin embargo, con los cambios sociales y culturales, se ha hecho evidente que este esquema no refleja la complejidad de las familias actuales. Es por esto que han ido surgido modelos más flexibles y diversos que reconocen múltiples trayectorias y dinámicas familiares.

Entre los modelos más relevantes en torno a la diversidad familiar se encuentra el planteado por Cunningham y Paré (1976) el cual busca describir el Ciclo Vital Familiar ante la ausencia de hijos, ya sea planificado o no, y propone un total de cinco (5) etapas:

Etapa 1/ Pre – elecciòn: es una fase de exploración donde las personas aun no se han decidido si tendrán o no hijos, por lo cual la crisis que experimentaron dependerá de las necesidades que cada uno tenga respecto a este tema y si son proyecciones personales negociables o no. 

Etapa 2/ Elección: hay una plena conciencia de la decisión de no tener hijos y ambos miembros del subsiste conyugal están de acuerdo. 

Etapa 3/ Establecimiento: el núcleo familiar se encarga de construir una identidad y una rutina basada en la consecución de sus proyectos personales y como pareja. 

Etapa 4/ Madurez: La pareja ha consolidación un estilo de vida y participan en la sociedad en roles de mentoría o acompañamiento a otros individuos que los consideran un referente o no para la formación de una familia.

Etapa 5/ Vejez: como en todos los modelos de desarrollo individual y familiar, los sujetos se enfrentan a la perdida de funcionalidad y autonomía, se enfrentan al envejecimiento sin hijos, el cuidado del otro, la identificación de apoyo es fundamental sobre todo en el componente institucional, social y emocional.


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A su vez y desde una perspectiva sistemática, autores como Boszormenyi-Nagy & Spark (1973) enfatizan en que las familias sin hijos interactúan constantemente con su entorno, destacando así la importancia de la negociación entre las expectativas sociales, que demandan la presencia de hijos y las decisiones individuales en la construcción de un sentido de familia alejada de la maternidad y la paternidad. 

Esta experiencia se puede explicar con mayor profundidad con los planteamiento realizados por  por Stack y Burton (1994), quienes desarrollan cuatro (4) razones por las cuales algunas familias no tienen descendencia: 

1. Por elección: decisión voluntaria basada en razones personales o profesionales.

2. Por infertilidad: imposibilidad biológica de alguno de los dos miembros de la pareja para concebir o gestar.

3. Por circunstancias: factores externos impiden la posibilidad de tener hijos, por ejemplo la existencia de políticas estatales que prohiban la concepción o que se encuentren en un estado de vulneración.

4. Por orientación sexual: parejas del mismo sexo que deciden no tener descendencia o que no tienen la opción de adoptar.

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Este modelo amplía la comprensión de la diversidad en las trayectorias familiares y permite a su vez identificar las crisis que pueden experimentar estos núcleos familiares de acuerdo con sus decisiones y circunstancias. En ocasiones en este tipo de familias se puede llegar a reemplazar a los hijos por mascotas o el cuidado de sobrinos, o incluso un ejercicio de apadrinamiento en situaciónes de beneficencia.

Nota: Si deseas profundizar en las posibles crisis normativas o no normativas de estos modelos te invito a leer el Blog: Fine Line – Harry Styles”Conexiones intergeneracionales y desarrollo familiar no heteronormativo y los comentarios  realizados por estudiantes de la facultad de Ciencias de la Salud, quienes comparten sus visiones y propuestas en este enlace:

https://bloque10.unimagdalena.edu.co/fine-line-harry-stylesconexiones-intergeneracionales-y-desarrollo-familiar-no-heteronormativo/

Si de perspectiva Queer se trata es importante destacar los aportes hechos en 1991 por Kath Weston, en su texto “La Familiar que nosotros escogemos”, donde plantea que los lazos familiares no dependen de la biología, sino de las relaciones afectivas elegidas, re-definiendo la noción de familia, incorporando el contexto y las redes de apoyo  como alternativas en ausencia de vínculos sanguíneos o legales, particularmente en personas con orientación sexual e identidad y expresión de genero diversa.

Por su parte autores como Golombok (2000), han llegado a la conclusión que la calidad de las relaciones familiares son mucho más importantes que la estructura familiar; Estos hallazgos refuerzan la idea de que la presencia o ausencia de hijos no determina la validez de una familia en el sistema, y a su vez le hacen un llamado a los distintos tipos de familia al cuidado de la salud mental y social de los niños y niñas, partir de la higiene de las relaciones que se establecen en la dinámica familiar. 

La evolución del ciclo vital familiar refleja los cambios en la sociedad y la diversidad de experiencias familiares, los modelos más tradicionales ofrecen un marco estructurado y útil de como transitan la gran mayoría de familias, mientras que los enfoques más contemporáneos amplían el alcance, e incorporan flexibilidad y diversidad. 

Ahora bien para un profesional de la salud es importante comprender el ciclo vital familiar, ya que le permite contextualizar las problemáticas de los individuos dentro de su entorno relacional. Las dinámicas familiares pueden influir en el desarrollo de enfermedades, las crisis que puede estar experimentando o que puede llegar a padecer, la adherencia a tratamientos médicos, el afrontamiento del estrés y la calidad de vida, así como la identificación oportuna de  factores de riesgo y protección, recursos, limitaciones y necesidades del núcleo familiar. 

Diseñado con IA

Esta información se convierte en un elemento trascendental para el diseño de estrategias de intervención ajustadas a cada familia, ya que no es lo mismo abordar un problema de salud en una familia con hijos pequeños, con hijos adolescentes o en una pareja con dificultades para procrear. Cada tipo de familia y cada fase del ciclo vital presenta desafíos y necesidades específicas, que pueden generar crisis que afectan la salud mental y física de sus miembros. Por ejemplo, el nacimiento de un hijo o la pérdida de un familiar pueden provocar desajustes emocionales y conductuales.

El análisis de estos patrones intergeneracionales de salud permite también al profesional de la salud ejercer acciones preventivas y de apoyo familiar, que puedan facilitar el abordaje de situaciones problemáticas o la recuperación en casos de una crisis mal manejadas

En conclusión para los profesionales de la salud, integrar ambas perspectivas del CVF permite diseñar intervenciones más contextualizadas y efectivas, adaptadas a la realidad de cada familia, comprendiendo que el desarrollo familiar es un proceso dinámico y no como una trayectoria fija, que al conocerlo es posible promover el bienestar individual y familiar independiente de su tipología o estructura.

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Referencias Bibliográficas

Boszormenyi-Nagy, I., & Spark, G. (1973). Invisible Loyalties: Reciprocity in Intergenerational Family Therapy. Harper & Row.
Carter, B., & McGoldrick, M. (1980). The Family Life Cycle: A Framework for Family Therapy. Gardner Press.
Cunningham, P., & Paré, D. (1976). Life Without Children: An Evolutionary Perspective. Harvard University Press.
Duvall, E. (1957). Family Development. J.B. Lippincott.
Golombok, S. (2000). Parenting: What Really Counts?. Routledge.
Hill, R. (1949). Families Under Stress: Adjustment to the Crises of War Separation and Reunion. Harper & Brothers.
Stack, C., & Burton, L. (1994). Family, Socialization and Interaction Process. The Free Press.
Weston, K. (1991). Families We Choose: Lesbians, Gays, Kinship. Columbia University Press.

T0 dieron "Me gusta"Publicado en Psicología, Salud

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