Imagina por un momento que el secreto de la innovación, el cambio personal o el éxito profesional no estuviera en tener todas las respuestas… sino en saber hacer la pregunta correcta. ¿Te parece una idea simple? Lo es. Pero también es poderosa.

Hoy queremos invitarte a explorar algo esencial que olvidamos con frecuencia: el arte de hacer preguntas hermosas. No preguntas por hacer, sino preguntas que abren caminos, que rompen moldes, que incomodan —sí— pero que mueven el mundo.

¿Por qué dejamos de preguntar?

De niños, preguntamos todo. Una niña de cuatro años puede hacer más de 300 preguntas al día. Pero al llegar a la escuela, ese hábito va desapareciendo. ¿Te has preguntado por qué?

En muchos sistemas educativos, lo que se valora son las respuestas correctas, no las preguntas interesantes. Se premia la memoria, no la curiosidad. Y cuando llegamos a la vida adulta, dejamos de cuestionar no solo a los demás, sino incluso a nosotros mismos. ¿En qué momento empezamos a aceptar las cosas “como son” sin preguntarnos si podrían ser distintas?

El cuestionamiento como motor del cambio

Warren Berger, autor del libro A More Beautiful Question, se obsesionó con una idea: muchos de los avances más revolucionarios de la historia comenzaron con una pregunta poderosa. Personas como Steve Jobs, Jeff Bezos, Elon Musk o Albert Einstein no eran simplemente genios con respuestas. Eran maestros en hacer preguntas incómodas y fundamentales.

Albert Einstein decía, «Si tuviera una hora para resolver un problema y mi vida dependiera de ello, dedicaría 55 minutos a encontrar la pregunta correcta, y solo 5 a resolverla».

¿No te parece una manera radical —y reveladora— de mirar los desafíos?

¿Qué es una “pregunta hermosa”?

Una pregunta hermosa, según Berger, tiene tres características; es ambiciosa apunta a cambiar algo; es viable puede dar lugar a acciones concretas y es transformadora nos lleva a pensar diferente.

Por ejemplo, cuando el joven Van Phillips perdió su pierna en un accidente, no se conformó con la prótesis que le dieron. En lugar de aceptar el “esto es lo que hay”, se preguntó, ¿por qué no pueden hacer un pie mejor?

Esa pregunta lo llevó a diseñar una nueva prótesis flexible, parecida a una hoja, que hoy permite a miles de atletas amputados correr, saltar y competir. Todo empezó con una sola pregunta. ¿Qué pasaría si tú también te atrevieras a cuestionar algo que siempre has dado por sentado?

El poder de tres palabras: ¿Por qué?, ¿Qué pasaría si…?, ¿Cómo?

Uno de los hallazgos más tristes —y provocadores— del libro es que en la mayoría de las escuelas no se enseña a hacer preguntas. ¿Por qué? Porque las preguntas pueden parecer desafiantes. Alteran jerarquías. Rompen estructuras. Obligan a pensar. Y eso, para muchos, es incómodo.

Pero Berger lanza una alerta clara: si queremos jóvenes más creativos, ciudadanos más críticos y profesionales más innovadores, necesitamos revalorizar la pregunta. No solo la respuesta. ¿Qué podrías hacer hoy para cultivar la curiosidad en tu entorno educativo o laboral? Berger propone un marco simple pero profundo para formular preguntas transformadoras:

  • ¿Por qué? Esta pregunta nos ayuda a entender el problema. Nos hace detenernos. Cuestionar lo obvio.
  • ¿Qué pasaría si…? Nos abre a imaginar posibilidades. Es el terreno de la creatividad.
  • ¿Cómo? Aquí pasamos a la acción. Exploramos caminos, soluciones, prototipos.

Este ciclo —por qué, qué pasaría si, cómo— puede aplicarse a cualquier desafío personal o profesional.

Cuestionar no es quejarse

¿Te estás quejando o te estás cuestionando? Hay una diferencia importante entre quejarse y cuestionar. La queja se queda en el problema. El cuestionamiento busca una solución.

Hacer una pregunta hermosa no garantiza una respuesta inmediata. A veces, solo abre una puerta que lleva a otras preguntas. Pero esa es precisamente la magia. Es un viaje, no una fórmula mágica. Los grandes innovadores saben vivir con la incertidumbre. Porque saben que el cambio empieza no cuando tenemos la solución, sino cuando nos atrevemos a hacernos la pregunta. ¿Estás dispuesto a vivir sin una respuesta por un tiempo, con tal de encontrar una mejor pregunta?

¡Es hora de empezar a formular buenas preguntas!

Piensa en un problema que te incomoda. Algo en tu comunidad, en tu trabajo o incluso en tu vida personal.

Ahora pregúntate:

  • ¿Por qué sucede esto?
  • ¿Qué pasaría si intentáramos una forma diferente?
  • ¿Cómo podríamos comenzar a cambiarlo?

Y si te animas, comparte tu pregunta con alguien. Tal vez descubras que no estás solo en la búsqueda. Y, quién sabe, quizá empieces un movimiento.

Porque como dice Berger:

«Todos queremos mejores respuestas. Pero primero, tenemos que aprender a hacer mejores preguntas.»

Comparte en los comentarios tus preguntas. 

Recommended1 dieron "Me gusta"Publicado en Educación, Innovación educativa

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