Es sabido que uno de los modelos más importantes en cuanto a socializar, educar y, transmitir valores a los adolescentes, es la familia (Sánchez et al., 2008). Por consiguiente, para que los adolescentes puedan adquirir un mejor nivel en la salud psicológica, física y escolar, deben estar guiados por sus padres. Para contribuir a una educación en salud adecuada, los padres deben procurar que los adolescentes construyan hábitos saludables para que estos, no lo vean como una obligación, sino como aspectos básicos que ayudan a tener una mejor calidad de vida. Por otro lado, se debe concientizar a los adolescentes que ciertos hábitos pueden ser riesgosos y, conducen a factores que pueden repercutir de manera negativa en el bienestar físico y mental de los jóvenes (López & Giménez 2016).
La comunicación en este contexto es importante, para que los hijos sientan que pueden tener el apoyo de sus padres y así mismo, dicha comunicación actúa como un factor de protección que se asocia a estilos de vida saludables (Bárcena et al., 2013). Uno de los aspectos más importantes que los padres socializan en esta etapa con sus hijos, es todo aquello que concierne a la sexualidad humana.
Es importante no solo la información que puedan adquirir los jóvenes en las escuelas sobre el tema de la educación sexual, sino también, la información que puedan adquirir de sus padres tanto en su salud sexual y reproductiva como en su bienestar general (Pop y Rusu, 2015). Papá y mamá son las primeras figuras en cuanto a la educación de los hijos, se puede decir que, son responsables de su conciencia moral y por ello, los padres deben asumir la adecuada educación sexual de sus hijos.
Sin embargo, diversas investigaciones señalan que los padres de familia pueden no estar llevando a cabo de manera correcta esta tarea (López & Giménez 2016), algunos incluso evaden la responsabilidad y prefieren dejarlo exclusivamente a la escuela o el internet, y más grave aún, prefieren negarlo porque consideran que puede ser un “factor de protección” ante amenazas como embarazos prematuros o ETS.
Desde el nacimiento, el ser humano establece relaciones con su entorno inmediato y, estas pueden afectar de manera directa o indirecta la conducta, valores, sentimientos y opiniones en cuanto a la sexualidad, por ello, de manera directa o indirecta los padres pueden estar influyendo conductas y principios en el desarrollo sexual de sus hijos (López & Giménez 2016).
Aunque las instituciones públicas y diversos contextos sociales pueden influir en la educación sexual de los adolescentes, los padres de familia como primera autoridad de estos, deben brindar la confianza y el apoyo ante las dudas y conflictos que puedan tener los jóvenes respecto a este tema (Pop & Rusu 2015). Debido a que los padres comparten gran tiempo con los hijos desde la casa y, como ya se mencionó, son la primera figura de autoridad, son los encargados de controlar, regular, organizar y decidir la forma en que sus hijos se relacionan con su entorno y su educación sexual, como lo puede ser: La forma de vestir, los programas de televisión, las amistades, etcétera (Pop & Rusu 2015).
Por ello, padres y madres están continuamente participando en la educación sexual de sus hijos, y es que, sus gestos y conductas pueden estar influyendo en la manera en cómo sus hijos perciben la sexualidad. La mala comunicación que puedan tener padres e hijos, como el hecho de evadir preguntas, puede ocasionar que los adolescentes tengan un vacío de conocimiento en el tema que es tan importante para evitar conductas de riesgo, y así mismo, evitan tratar temas de suma importancia con sus padres por temor a ser ignorados por regañados (López & Giménez 2016).
Algunos estudios afirman que las razones que puedan llevar a padres y madres a no brindar una educación sexual idónea a sus hijos, puede ser su falta de conocimiento sobre el tema (Bárcena et al., 2013). Es fundamental que los padres de familia tengan un nivel idóneo de conocimientos sobre la sexualidad para dejar de lado prejuicios, puedan abrirse y ser asertivos en la comunicación con sus hijos de manera que, puedan responder correctamente a las preguntas que estos tengan sobre el tema (Bárcena et al., 2013).
Así mismo, los padres consideran que pueden existir barreras que dificulten la comunicación sobre el tema de la sexualidad, entre ellas el hecho de que sus hijos no tengan la edad apropiada para entenderlo, que los padres no sepan cómo abordarlo y, como ya sé mencionó, una mala comunicación (López & Giménez 2016). Para contrarrestar estos errores los padres deben orientar a sus hijos a comunicar sus inquietudes, deseos y sueños de manera correcta, y así desarrollen la confianza hacia sus padres, esto contribuye a su crecimiento y desarrollo saludable (López & Giménez 2016).
Referencias
- Bárcena Gaona, S., Robles Montijo, S., & Díaz-Loving, R. (2013). El papel de los padres en la salud sexual de sus hijos. Acta de investigación psicológica, 3(1), 956-968.
- López, I., & Giménez, C. (2016). Actitudes y creencias de padres y madres hacia la educación sexual. Recuperado de http://repositori. uji. es/xmlui/handle/10234/164265.
- Pop, M. V., & Rusu, A. S. (2015). El papel de los padres en la formación y mejora de la salud sexual de los niños: líneas de desarrollo de programas de educación sexual para padres. Procedia-Social and Behavioral Sciences, 209, 395-401.
- Sánchez, M. M., Gutiérrez, R. B., Rodríguez, J. M., & Casado, M. P. (2008). Influencia del contexto familiar en las conductas adolescentes. Ensayos: Revista de la Facultad de Educación de Albacete, (23), 391-408.
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