Elegiré la familia monogámica, la forma familiar dominante en la actualidad, para analizar su evolución desde la perspectiva de Engels en “El origen de la Familia, la propiedad privada y el estado” y contrastarla con su desarrollo actual.
La transformación de la familia monogámica no está exenta de desafíos. La precarización laboral, la desigualdad social y la falta de acceso a servicios básicos amenazan el bienestar de las familias, especialmente las más vulnerables, sin mencionar el individualismo y la búsqueda de la autorrealización han ganado terreno, impactando las decisiones sobre matrimonio, hijos y roles dentro de la familia.
Sin embargo, también se presentan oportunidades para construir un futuro donde la familia sea un espacio de inclusión, respeto y desarrollo para todos sus miembros. La promoción de la diversidad familiar, la igualdad de género, la corresponsabilidad parental y la protección social son pilares fundamentales para alcanzar este objetivo.
Repensar la familia: un ejercicio necesario.
Repensar la familia no implica negar su importancia como núcleo social. Se trata de reconocer su carácter dinámico y adaptativo, y de construir nuevos modelos que respondan a las necesidades y realidades del presente.
La familia monogámica, lejos de ser un modelo inmutable, ha sido y seguirá siendo moldeada por las fuerzas sociales, culturales y económicas de cada época. El futuro de la familia dependerá de la capacidad de la sociedad para crear un entorno que valore la diversidad, la igualdad y el bienestar de todos sus miembros.
En este contexto, la pregunta que nos interpela es: ¿cómo podemos construir un futuro donde todas las familias, independientemente de su forma, tengan la posibilidad de desarrollarse y prosperar?
La respuesta a esta pregunta exige un diálogo abierto y honesto que involucre a todos los actores sociales. Solo así podremos construir un futuro donde la familia sea un espacio de afecto, apoyo y desarrollo para todas las personas.
T0 Me gustaPublicado en Psicología, Salud
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