En oportunidades me cuestiono sobre mi labor docente porque ser docente como lo hemos conocido es mucho más que impartir conocimiento en un aula. ser docente es tener vocación y la docencia y la vocación van unidos; parece que no se pueden separar, aunque la vocación por los golpes de la vida o por circunstancias en ocasiones se difumina, pero pienso que además de estos dos componentes debe existir actitud tener actitud implica a demás contagiar pues somos el ejemplo para cientos que nos escuchan, por esto este juego no es para cualquiera. Cuando estamos en el aula debemos sentirnos privilegiados porque es como sumergirnos en una piscina infinita llena de imaginación y de ilusión de las cuales nos nutrimos. Así que, somos privilegiados, pero también Es una profesión que abarca una compleja red de responsabilidades, desafíos y satisfacciones que van más allá de lo que muchos pueden imaginar.
Uno de los aspectos más significativos de ser un profesor es el impacto que se puede tener en la vida de los estudiantes. No se trata solo de enseñarles conceptos académicos, sino de inspirarlos, motivarlos y ayudarlos a descubrir su potencial. Cada día en el aula es una oportunidad para influir positivamente en el futuro de quienes están frente a ti, y esa responsabilidad es tanto un privilegio como un desafío. Por esta razón el cuestionamiento de si hacemos una buena labor.
Tenemos la facultad de educar en manada, por eso no debemos olvidar educar en empatía, sensibilidad, emociones y respeto porque si realmente queremos una sociedad mejor debemos empezar por como enseñamos y que enseñamos.
Si pudiéramos hacer un pastel gigante sobre educación, la masa seria el respeto y todos los demás ingredientes son los conocimientos impartidos pero la base seria siempre será el respeto. Hay que incentivar la curiosidad y la imaginación, porque una persona no deja de aprender porque se hace adulto, sino porque deja de sentir curiosidad por las cosas que le rodean y no se nos puede olvidar la creatividad pues esta no se debe dejar fuera del aula, debe acompañar al estudiante como una sombra sentada a su lado.
Desde la planificación de lecciones hasta el apoyo emocional de los estudiantes, la vida de un profesor está llena de altibajos, pero también de momentos gratificantes que hacen que valga la pena cada esfuerzo.
Sin embargo, ser un profesor también implica enfrentarse a una serie de obstáculos; desde la falta de recursos hasta la burocracia educativa, hay muchos factores externos que pueden dificultar el trabajo de un docente, además, la carga emocional de lidiar con las dificultades de los estudiantes y las expectativas de los padres puede resultar abrumadora en ocasiones.
Pero a pesar de estos desafíos, la pasión por la enseñanza y el amor por los estudiantes son motores que impulsan a los docentes a seguir adelante. La sensación de ver a un estudiante comprender un concepto difícil, superar un obstáculo o alcanzar una meta es incomparable. Estos momentos de éxito son lo que hace que todo el esfuerzo y sacrificio valgan la pena.
Además, ser un profesor es una oportunidad para aprender y crecer constantemente. Cada experiencia en el aula brinda lecciones nuevas y perspectivas únicas que ayudan a mejorar como educador. La colaboración con colegas, la participación en programas de desarrollo profesional y la búsqueda continua de nuevas metodologías son aspectos fundamentales de la profesión docente.
Debido a esto en muchas ocasiones me cuestiono: ¿soy un buen docente? y me respondo: la verdad de ser un docente y buen docente va más allá de las percepciones superficiales, del ego o los elogios; Es una vocación que requiere dedicación, paciencia, compromiso, y lo que personalmente complemento “actitud “lo que ofrece innumerables recompensas tanto personales como grupales.
Por esto debo seguir aprendiendo en esta labor de ser docente porque además de enseñar aprendo, y aprender es seguir teniendo curiosidad y sentir expectativas de lo que me rodea, aunque me cuestiona también me enriquece y me inspira para conseguir un impacto positivo en la vida de los estudiantes con el constante crecimiento personal y profesional.
Ser un docente es una experiencia enriquecedora que deja una huella indeleble en el corazón de quienes lo ejercen. Y cuando aprendemos que la esencia del docente es descubrir la empatía y enseñar el respeto ya estamos con un camino ganado. De ahora en adelante aumentemos las expectativas de los estudiantes y muestrales que mucho más allá de conceptos y aprendizaje textual, debemos aprender que ser humano implica cultivar cualidades y comportamientos que promuevan el bienestar y la felicidad tanto para uno mismo como para los demás en todas las áreas de nuestra vida.
Foto de Kenny Eliason en Unsplash
Recommended3 dieron "Me gusta"Publicado en Educación, Humanidades
Comentarios
Bravo profe,
Lo leí y me pregunté: ¿Soy un buen profesor o uno malo? Y, si soy lo segundo ¿Cómo puedo mejorar, a que doctor educativo va uno para mejorar la habilidad de enseñanza?