El rol del productor transmedial contemporáneo: Un corto análisis desde el proyecto transmedia WIP «Poca Cosa».

Cuando pensamos en producción audiovisual solemos imaginar a alguien que revisa cronogramas, coordina equipos, asegura presupuestos y se encarga de que una película llegue a proyectarse. Durante mucho tiempo, ese fue el corazón del oficio: llevar a buen término una obra en un medio concreto. Pero, ¿qué ocurre cuando la película ya no basta, cuando la historia pide expandirse hacia la música, las redes sociales, los festivales y hasta la vida cotidiana de quienes la siguen?

En ese escenario aparece el universo transmedia, y con él una transformación profunda del rol del productor. Deja de ser “el que organiza” para convertirse en alguien que diseña mundos, que piensa cómo una historia puede sobrevivir, multiplicarse y dialogar en diferentes plataformas.

El proyecto Poca Cosa es un buen ejemplo de esto: parte de un largometraje, pero se abre hacia una miniserie web, un álbum musical y una estrategia activa en redes sociales. Ese cuadrante transmedia muestra con claridad qué cambia en la producción y qué significa ser productor en este tipo de apuestas.

La primera gran transformación está en entender que el largometraje ya no es un final, sino un punto de partida. Antes, todo el esfuerzo de producción giraba alrededor de ese único producto: rodar, editar, estrenar. Ahora, la película es el tent-pole, el pilar central de un universo que respira por distintos canales.

En Poca Cosa, la historia principal se expande hacia otros formatos:

Una miniserie web que abre nuevas perspectivas a personajes secundarios, un álbum musical que convierte a la banda de los personajes en un grupo real que se puede escuchar en plataformas digitales, el uso de redes sociales donde los protagonistas parecen existir más allá de la pantalla y el público puede interactuar directamente con ellos. Así, la labor del productor ya no se limita a entregar una película, sino a gestionar un ecosistema narrativo que debe sostenerse en coherencia y diversidad.

El rol del productor en un proyecto transmedia implica mucho más que organizar un rodaje: se trata de garantizar la coherencia de la historia para que tenga sentido tanto en el cine como en un post de Instagram o en una canción; de coordinar equipos diversos, que van desde cineastas y músicos hasta community managers, diseñadores gráficos y especialistas en marketing digital; de atender a audiencias múltiples, entendiendo que no es lo mismo quien asiste a un festival, quien escucha un álbum o quien sigue la cuenta de un personaje en redes; y de redistribuir los recursos, ya que el presupuesto no puede concentrarse solo en la filmación, sino también en la grabación musical, la estrategia digital y la creación de materiales gráficos. En este escenario, el productor deja de ser un simple organizador para convertirse en un curador de experiencias transmedia.

Un cambio importante tiene que ver con el tiempo. En la producción clásica todo era más lineal: preproducción, rodaje, postproducción y, finalmente, el estreno. En un proyecto transmedia ese orden se rompe y la historia empieza a moverse mucho antes y se prolonga mucho después. Antes del estreno, ya se pueden encender las redes sociales, lanzar playlists o compartir posts que presenten el universo narrativo; durante el estreno, la película no se queda solo en la sala de cine, sino que se multiplica en festivales y comunidades online; y después del estreno, la historia sigue respirando a través de la miniserie, el álbum musical y la conversación en redes. En este escenario, el productor necesita pensar a largo plazo, imaginando cómo mantener viva la chispa de la historia incluso meses después de haber llegado al público por primera vez.

 El cambio más emocionante al concebir las historias como un transmedia, es que el público deja de ser un receptor pasivo para convertirse en comunidad activa. En un proyecto como Poca Cosa, los foros y las redes sociales no son simples canales de difusión: son lugares donde los seguidores opinan, crean memes, imaginan futuros alternativos para los personajes o incluso comparten testimonios personales que dialogan con la ficción.

El productor, entonces, también se convierte en mediador: debe acompañar, dinamizar y cuidar esos espacios donde la comunidad se apropia de la historia.

El transmedia obliga a repensar la producción audiovisual. El productor deja de ser el gestor de un único rodaje para convertirse en alguien que diseña universos, coordina equipos heterogéneos, acompaña a públicos diversos y construye comunidades alrededor de una narrativa.

Ya no basta con entregar una película bien hecha: se trata de mantener vivo un universo que se expande en el tiempo, en la música, en la web y en las redes sociales.

Poca Cosa muestra cómo ese tránsito es posible: un largometraje que no se agota en sí mismo, sino que se prolonga en nuevas formas de experiencia. Y es en esa expansión donde la figura del productor se vuelve clave: el hilo que cose las piezas de un relato compartido.

T0 dieron "Me gusta"Publicado en Arte y Producción

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