La adolescencia es una etapa trascendental que constituye el desarrollo y crecimiento del individuo. Esta se encuentra llena de cambios drásticos en todas y cada una de sus facetas y el desarrollo cognitivo no es una excepción. En concordancia, Cano de Faroh (2007) señala que durante esta etapa se observa una revolución intelectual que nos pone en presencia de juicios más consolidados, críticos e instruidos, los cuales permiten transformaciones individuales como colectivas; donde el adolescente va formando un pensamiento encaminado a todo lo que conlleva la etapa adulta. De igual forma, según Gómez (2008) la adolescencia es aquel estadio esencial en el proceso de formación de la identidad, viéndose influenciada esta misma por factores de riesgo y protección del entorno. Muchos de estos factores se presentan dentro del entorno familiar, el cual es determinante en la vida del adolescente.
De esta manera, Montañés et. al, 2008 explican que en circunstancias normales los niños y las niñas transcurren por un extenso periodo de buenas relaciones con su familia y en especial los padres. De forma contraria, en la adolescencia esta relación entra en crisis a causa de la conquista de la autonomía frente a las figuras de apego. Una crisis que puede ser problemática o tranquila, pero que siempre trae consigo una transformación profunda en el sistema de relaciones entre padres e hijos. Los conflictos pueden ser pocos si los padres ayudan a sus hijos a lograr la independencia y autonomía requerida, pero estos problemas o conflictos aumentan cuando los padres intentan mantener un control absoluto sobre sus hijos.
El adolescente se encuentra en un etapa en la que nuevamente se está descubriendo pero de una manera más consciente, donde existe el deseo a conocer y experimentar cosas de su entorno, haciendo uso de la autonomía que lo empieza a caracterizar y de la que mientras tenga la oportunidad hará uso. Muchas veces, los padres desconocen las razones de todas estas manifestaciones o comportamientos que sus hijos en la adolescencia empiezan a mostrar, lo cual provoca en la familia disputas que conlleva en algunas situaciones a que el vínculo la relación familiar se muestre un poco tensa; es decir que el adolescente puede llegar a sentir que no es entendido y que lo forzan a cumplir a cabalidad los planteamientos de sus mayores, en este caso sus padres, mientras que estos últimos pueden considerar las acciones de sus hijos inmaduras e irracionales.
Continuando con lo anterior, cabe resaltar lo siguiente: el pensamiento formal, que caracteriza al adolescente, también puede provocar una especie de egocentrismo, que lo impulse a someter toda realidad incluyendo la familiar, a sus propias consideraciones y a darse cuenta de sus pensamientos como preocupaciones con los de la sociedad, es decir, pensar que a lo al adolescente le preocupa es o debería ser lo mismo que a los demás, y lo que él piensa es lo que piensan o deberían pensar todos. Es por esto que al mostrarse rebelde contra todo o a ignorar los pensamientos de sus padres o de los adultos con los que no está de acuerdo, resulta ser inevitable (Montañés, et. al. 2008).
Referencias
Gómez, E. (2008). Adolescencia y familia: revisión de la relación y la comunicación como factores de riesgo o protección. Revista Intercontinental de Psicología y Educación, 10 (2), 105-122.
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=80212387006
Montañés, M., Bartolomé, R., Montañés,., J., y Parra, M. (2008). Influencia del contexto familiar en las conductas adolescentes. Ensayos, (17), 391-407.
file:///C:/Users/ESTUDIANTE/Downloads/Dialnet-InfluenciaDelContextoFamiliarEnLasConductasAdolesc-3003557.
Cano de Faroh, A. (2007). Cognición en el adolescente según Piaget y Vygotski. ¿Dos caras de la misma moneda? Boletín Academia Paulista de Psicología, XXVII (2), 148-166. ISSN: 1415-711X.
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=94627214
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