«Es así como los vínculos dependientes con los hombres y su poderío hacen que el temor a la pérdida o al daño sean contundentes recursos políticos de dominio sobre las mujeres»- Marcela Lagarde 

Después de observar la película «El poder del perro», es innegable para mí poner en tela de juicio y ojo crítico el personaje de Phil,  quien sin duda representa la masculinidad hegemónica, ejerce un control psicológico y emocional sobre quienes lo rodean, especialmente sobre Rose, a quien somete a humillaciones, hostilidad y silenciosa violencia, lo que reproduce ese miedo constante que en libro «Género y feminismo» Marcela Lagarde identifica como universal en la experiencia de las mujeres frente al poder masculino. La figura de Phil encarna esa capacidad de los hombres de “incluir o excluir” a las mujeres en sus vidas y en los espacios sociales bajo la condición de obediencia y sumisión, mientras que Rose, atrapada en esa dinámica, experimenta la dependencia, la invisibilización y el deterioro de su autonomía.

Al mismo tiempo, la película muestra cómo la lógica patriarcal no solo oprime a las mujeres, sino también a los hombres que no cumplen con el mandato de la masculinidad dominante. El caso de Peter, con su sensibilidad y apariencia frágil, evidencia la opresión hacia los hombres que no se ajustan al estereotipo masculino, como señala el libro anteriormente mencionado cuando explica que los hombres “fallidos en su condición de género” sufren dominio de otros. El constante desprecio y burla de Phil hacia Peter son ejemplos de cómo la violencia patriarcal se ejerce también entre los hombres como mecanismo de jerarquización.

Finalmente, en este orden patriarcal las mujeres, como Rose, quedan atrapadas en una red de dependencia y miedo que condiciona su existencia, mientras que los hombres disputan entre sí la hegemonía y el reconocimiento. Así, la película refleja lo que se denomina “pactos entre hombres sobre las mujeres”: las decisiones y conflictos masculinos definen la vida y la libertad de ellas, quienes permanecen subordinadas y sin voz propia. En conjunto, «El poder del perro» es una metáfora cinematográfica de cómo la cultura patriarcal moldea las relaciones de poder, afectando tanto a las mujeres como a los hombres que se desvían del ideal dominante de masculinidad.

T0 dieron "Me gusta"Publicado en Antropología y Género, Derecho, Humanidades

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