En los últimos años, la producción audiovisual ha transitado hacia modelos narrativos más complejos y distribuidos, donde la transmedialidad redefine tanto los modos de creación como las funciones del equipo técnico. Desde esta perspectiva, el proyecto Sabana Rubia (un ecosistema narrativo inspirado en el páramo de la Serranía del Perijá) constituye un caso pertinente para analizar las transformaciones del rol del productor en contextos contemporáneos.
El diseño transmedia del proyecto evidencia una expansión del relato hacia distintos medios y formas expresivas: documental inmersivo, video 360, realidad aumentada, realidad virtual, personajes 3D y circulación en redes sociales. Esta diversificación no solo responde a una estrategia de difusión, sino a la construcción de un universo narrativo donde cada plataforma aporta información nueva y complementaria. En consecuencia, la producción audiovisual deja de centrarse en una sola obra y se orienta hacia la gestión de ecosistemas narrativos, plurales y simultáneos.
En este marco, el productor ya no opera únicamente como gestor de recursos. Su función se amplía hacia la articulación de múltiples dimensiones: lo institucional, lo comunitario, lo tecnológico y lo narrativo. Un proyecto transmedia situado en un territorio ambientalmente sensible, como el páramo, hogar de especies endémicas y comunidades campesinas e indígenas, exige que el productor actúe como mediador entre actores sociales, plataformas digitales y dispositivos inmersivos. La coordinación con aliados institucionales (convocatorias, patrocinadores, salas de cine), el diálogo ético con las comunidades locales y la supervisión de desarrollos tecnológicos se integran como tareas esenciales.
Asimismo, la transmedialidad transforma la relación con las audiencias. En Sabana Rubia, la experiencia se diseña para distintos niveles de participación: desde la observación contemplativa del documental hasta la interacción directa mediante RA o la exploración del territorio en entornos VR. El productor debe comprender estas dinámicas para planificar estrategias de distribución, engagement y apropiación cultural, lo que demanda competencias comunicativas y de análisis de audiencia más robustas que en la producción audiovisual tradicional.
Finalmente, la narrativa transmedia se convierte en una herramienta de sensibilización ambiental. En un ecosistema como el páramo, donde convergen fragilidad ecológica y memoria territorial, cada plataforma opera como dispositivo pedagógico. El productor asume entonces un rol de curador ético, asegurando que los contenidos promuevan una comprensión informada y responsable del territorio.
En síntesis, los proyectos transmedia reconfiguran el oficio: el productor deja de ser un administrador lineal para convertirse en un gestor integral de universos narrativos, capaz de articular tecnología, territorio, comunidad y relato. Sabana Rubia demuestra que producir en clave transmedia implica pensar más allá del audiovisual y comprender la narración como un entramado expandido donde múltiples voces, medios y experiencias coexisten en un mismo ecosistema.
T0 dieron "Me gusta"Publicado en Arte y Producción





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