Durante siglos, a las mujeres se les ha enseñado que pensar primero en ellas mismas es algo malo.
La palabra egoísmo se ha usado históricamente para castigar a las mujeres, haciéndolas sentir culpa si priorizan sus necesidades, sueños y bienestar.
Me parece fundamental cuestionar esta narrativa y reconocer que ese “egoísmo” que se ha castigado puede ser, en realidad, el primer paso hacia una vida más libre y plena para ellas.
Sin egoísmo, sin la capacidad de girar en torno al propio yo, es imposible desarrollar la autonomía.
1. La mujer como centro de los demás
Históricamente, el papel de la mujer se ha construido alrededor del cuidado y servicio: madre, esposa, hija.
Su valor social ha dependido de cuánto aporta a otros y no de cuánto invierte en sí misma.
Esta dinámica ha hecho que muchas mujeres coloquen sus propios proyectos en un segundo plano.

2. Reescribir el significado de “egoísmo”
No se trata de pasar por encima de los demás, sino de entender que la propia vida y el propio bienestar también son prioritarios.
3. El egoísmo como semilla de autonomía
Actos como poner límites, decir “no” sin sentir culpa, reservar tiempo para un proyecto personal o invertir en el propio bienestar son ejemplos de un “egoísmo” que en realidad fortalece la autonomía.
Cuando una mujer se coloca en el centro de su vida, empieza a construir un espacio donde su voz y sus decisiones cuentan.

4. Cómo apoyar el egoísmo saludable en las mujeres
Respetar sus decisiones: No cuestionar ni minimizar cuando dicen “no”.
Valorar su tiempo personal: Reconocer que no todo momento debe dedicarse a otros.
Promover espacios de desarrollo propio: Apoyar que dediquen tiempo a estudiar, crear o simplemente descansar.
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