A lo largo de mi vida, he podido notar en la sociedad la necesidad de decirle a las mujeres cuáles son los oficios u hobbies que deben tener, cómo se deben comportar y cuáles son las acciones que nunca nos podemos atrever a cometer. Se nos ha implantado un chip donde nos ordenan cuál es el tipo de realización de vida al que debemos llegar: tenemos que crecer, casarnos y criar a nuestros hijos, muchas veces dejando a un lado nuestra área profesional, y todo por dejar que nuestra pareja (hombre) sea quien ordene y mantenga el hogar, haciéndonos tan sumisas que lleguemos a mirar sus órdenes de origen patriarcal como acciones de amor. De esto estamos siendo esclavas: de la necesidad de encajar en el estereotipo de mujer perfecta que la sociedad ha impuesto que debemos ser. Y esto es precisamente el origen de este orden que cada día oprime más a la mujer y enaltece la hombría y soberanía de los hombres.

Es importante que cada una de nosotras aprendamos a distinguir cuándo estamos siendo oprimidas y utilizadas para la realización de los demás. Es necesario que tengamos claro que elegir no ser mamá no es algo del otro mundo, es una decisión basada en el análisis de nuestras prioridades. Si nuestro plan de vida no va conforme al linaje de ser mamá, lo mejor es no serlo, para no tener que cargar toda nuestra vida con una responsabilidad que no elegimos tener y que cada día nos pese más y más.

Existen muchísimos casos en donde alguna mamá tuvo algún día un sueño de ser médica o tener alguna otra profesión, pero por haber quedado en embarazo se vio en la necesidad de renunciar a su visión, por las circunstancias quizás o por el pensamiento de la persona que estuviera a su lado como compañero. Muchas de ellas dejaron simplemente de ser ellas, dejando atrás sus sueños, sus anhelos y deseos, para cumplir con el manual de vida de otra persona, quizás porque no tenían otra opción o porque no contaron con los suficientes recursos para continuar con su objetivo. Pero el punto acá no es necesariamente las razones, es el motivo por el cual tiene siempre que ser la mujer quien mengüe, quien se doblegue a las aspiraciones de otro. Esto no muestra justicia por ningún lado, ya que a muchas de ellas no les dejaron elegir, les dieron ese camino como la única opción. Por esto existen cantidad de madres con situaciones graves en la crianza de sus hijos, porque no están preparadas para ser madres, ya que serlo está siendo un sacrificio y no un deleite como lo debería ser.

A todas esas madres de corazón las abrazo, sintiendo empatía por ellas y su situación, las cuales aman a sus hijos de manera incondicional, pero en su mente es imposible olvidar qué sería de sus vidas si no les hubiera tocado ser madres sin tenerlo previsto.

Hay muchas que llegan a sufrir violencia física en casa porque quizás su elección de esposo no fue la mejor. No tienen ningún otro refugio más que su hogar, aguantan malos tratos a cambio del sustento de sus hijos, lo cual me parece extremadamente deprimente, ya que el padre debería seguir siendo padre así mantenga o no una relación con la madre. Pero esto es algo que tal parece que no todos aplican, ya que en medio de discusiones y asuntos de pareja terminan involucrados los hijos, resultando ser los más afectados de la situación.

Por otro lado, se encuentran las mujeres que decidieron no formar un hogar y tampoco tener hijos, las cuales son completamente independientes y trabajan en pro de su misión. Salen, bailan, pintan, viajan, llegan y van, pero tal parece que la sociedad las cataloga como egoístas por ir en contra de la corriente y no haber cumplido con su “rol” en el mundo. Estas son completamente felices siendo ellas, sin alguien que les diga cómo actuar o cómo vestirse, y he aquí donde radica el origen del dilema.

No está mal en lo absoluto querer formar una familia y un hogar, todo siempre y cuando el proceso se lleve a cabo en base al amor y la admiración mutua de la pareja, desde un punto de crianza respetuosa y un núcleo que comprende los altos y bajos de la vida, pero que lucha por permanecer en el camino, donde la mujer en ningún momento tenga que dejar de ser ella por hacerse cargo de la crianza de sus hijos, donde pueda ser profesional en lo que desee y su vida esté llena de elecciones y no de obligaciones.

Todo esto para desarrollar en la sociedad misma estilos de núcleos familiares basados en amor y equidad, donde a cada uno se le permita identificar su rol, pero a la vez se le permita a la mujer ser libre y hacer lo que le plazca a lo largo de esta maravillosa experiencia llamada vida.

T0 dieron "Me gusta"Publicado en Antropología y Género, Desarrollo personal

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