A diario nos encontramos con un sin número de noticias de todo tipo, algunas desconcertantes y otras que nos ponen a reflexionar por días. Tal es el caso de aquella que marco sin duda un hito en la actualidad, y de la cual aún se comenta en la comunidad académica internacional, y es la protagonizada por el maestro Peter Tabichi quien donaba el 80 % de su salario y ahora recibe un galardón acompañado de un millón de dólares.

El galardón denominado Premio Global de Maestros busca resaltar la importancia de los educadores y este fue entregado durante esta edición por el intérprete de wolverine, si, de Huhg Jackam. ¿Será una señal de la organización para que el mundo entienda que la educación es algo serio y se debe rasgar para tocar fibras y llegar a cambios profundos? Gracias Marvel, gracias Stan Lee.

Tabichi, que además de ser un monje franciscano que lucha para erradicar la pobreza en la zona rural donde imparte clases, nos permite ver luego de su hazaña, los marcados vacíos y olvidos de nuestro sistema educativo, y es que tal y como lo dijo en su discurso, “Como maestro, tenemos que hablar menos y hacer más” es haciendo como se logran los cambios, y así dejo reflexionando a más de uno sobre sus prácticas desde el aula y demostrando que para él la educación es algo serio.

Pero, aunque esto es lo que podemos deducir de su discurso, no podemos decir que todo es nuestra culpa ya que la construcción de un verdadero sistema educativo basado en la transformación real, debe estar compuesto de acciones concretas de todos los actores que de el se benefician.

¿Pero cómo un maestro de matemáticas y física de esta zona rural de Kenia que cuenta con los más bajos índices de escolaridad en el mundo logra semejante premio? sencillo, vocación, si vocación, tal y como lo describiría en su momento Eduardo Nicol filosofo mexicano: “La vocación de la vida no es el camino de una profesión, sino aquello que nos movió a elegirla; más aún, lo que nos mueve a seguirla ejerciendo de un cierto modo.”

Cifras mundiales como las arrojadas por la Unesco que muestran la tan marcada desigualdad educativa en el mundo son prendas de garantías a la existencia de mucho trabajo educativo de fondo que busque generar una verdadera transformación social.

Tabichi como muchos otros eruditos coinciden en el que de nada sirve maestros ilustrados si no hay de por medio una vocación, donde el motivo más importante para dedicarse a la enseñanza sea desear transformar vidas, realidad y construir tejido social, donde el entorno este plagado por el amor al estudiante, y ese amor se anteponga incluso a la estructura rígida de un sistema que de no ser reformado colapsará enviando a nuevas generaciones al mundo de la irreflexión.

El reto lo vemos a diario, el quehacer pedagógico requiere de compromisos colectivos, donde el maestro y los gobiernos de turno juegan un papel protagónico.

Para terminar, no podemos perder de vista nuestro norte en la educación, es fundamental que como maestros seamos quienes marquemos las pautas de mejora en un proceso educativo que las anhela a gritos.

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