A veces me quedo mirando mi teléfono y pienso: ¡vaya invento! Tener acceso a casi cualquier cosa con un par de toques es una locura, ¿verdad? Puedo hablar con mis familiares o amigos que están al otro lado del mundo como si estuviera aquí, aprender sobre la historia del universo en cinco minutos y hasta pedir el almuerzo sin levantarme de la cama. Es increíble cómo la tecnología se ha metido en nuestras vidas, facilitando muchísimas cosas y abriendo un montón de puertas. Pero también me pregunto… ¿a qué costo?
Porque sí, está genial estar conectado todo el tiempo, pero a veces siento que esa conexión es más virtual que real. ¿Cuántas veces hemos estado en una mesa con amigos o familiares y todos están más pendientes del celular que de la conversación? O esa sensación de «necesitar» revisar las notificaciones cada cinco minutos, como si nos fuéramos a perder algo importantísimo. No sé tú, pero a mí a veces me agobia un poco. Creo que la clave está en encontrar un equilibrio, en usar la tecnología a nuestro favor sin que nos absorba por completo y nos desconecte de lo que realmente importa: las personas y el mundo que nos rodea.
Al final, la tecnología es una herramienta, y como cualquier herramienta, depende de nosotros cómo la usemos. ¿Será que podemos ser más conscientes de nuestra relación con ella? Quizás debamos proponernos pequeños «descansos digitales» o ser más intencionales al interactuar en línea.
T0 dieron "Me gusta"Publicado en Blog, Psicología, Salud
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