Escribir es diseñar: más que palabras, escribe música

Escribir también es diseñar

¿Cuántas veces has escrito un texto que nadie terminó de leer?

¿Un informe que nadie comentó? ¿Una propuesta que se perdió entre otras cien?

No siempre es culpa del contenido. A veces, es culpa del ritmo.

O de la falta de diseño.

Porque sí: escribir también es diseñar. No solo elegimos palabras. Tomamos decisiones sobre cómo suenan y cómo fluyen. Cada frase es una elección. Cada párrafo, una estructura. Cada salto de línea, una pausa o un golpe que manda lejos al lector.

No se trata de sonar bonito: se trata de ser efectivo

El escritor Gary Provost lo resumió con una claridad brillante. En un ejercicio que sigue siendo viral entre quienes enseñan a escribir, dice:

¿Qué tal? La primera vez que yo escuché este post, literalmente sentí que una banda sonora galopando encima de una carroza clásica dejaba en mis manos el mensaje. ¡Fue una experiencia! Lo que Provost enseña no es un truco literario. Es un principio funcional.

Un informe que suena igual todo el tiempo se vuelve ruido blanco. Un resumen ejecutivo que no respira, no se recuerda. Un artículo académico que solo acumula oraciones interminables, no engancha.

Diseñar el ritmo del texto no es embellecer. Es mejorar la transferencia de significado.

Esto también aplica a la ciencia, los informes y la escritura académica

Cuando pensamos en “ritmo”, solemos imaginar narrativas o música. Pero este principio transforma también la escritura técnica.

Un abstract puede abrir con una oración corta para marcar el problema. Un hallazgo clave puede presentarse con una línea aislada, directa. Un argumento complejo puede tener ritmo interno para guiar sin perder.

No se trata de dramatizar. Se trata de diseñar la experiencia de lectura. Incluso los textos más rigurosos pueden (y deberían) estar bien escritos. Claramente diseñados. Cuidadosamente estructurados. Esto aplica si investigas, lideras proyectos, haces informes, documentas aprendizajes o escribes propuestas. Diseñar el texto también es parte del trabajo.

¿Por qué nadie nos enseñó esto?

En español, la formación en escritura suele enfocarse en reglas, géneros fijos y estructuras formales. Se nos enseña cómo citar, cómo estructurar un párrafo, cómo usar conectores. Todo eso es importante, claro. Pero no suficiente.

Imagen generada con GPT.

Pocos recursos hablan de ritmopausasdecisiones de forma.

En inglés, en cambio, abundan libros y herramientas que enseñan a escribir pensando en la experiencia del lector. No solo para sonar bien, sino para pensar mejor y comunicar con claridad. De los libros más irreverentes y geniales en español que pudimos encontrar es un Malpensante.

Por eso necesitamos dos cosas: traducir más, y … pues… aprender inglés. (For real).

Diseña cada texto como si importara

Porque sí importa.

Una buena idea mal escrita se pierde.

Un hallazgo mal comunicado no se transfiere.

Un texto plano no deja huella.

La próxima vez que escribas (un informe, un correo, una presentación, un artículo o una hoja de vida) no pienses solo en qué vas a decir. Diseña cómo lo vas a decir.

Diseña la estructura. Diseña el ritmo. Diseña la experiencia.

Porque cada texto que escribes es también una forma de pensar en voz alta. Y el mundo ya está lleno de ruido plano. Hagamos algo distinto.

¿Y si aprendiéramos a escribir como diseñadores?

Este post es parte del nuevo curso que estamos preparando: Diseña la escritura.

Una experiencia B10 para transformar cómo escribimos ideas, informes, hallazgos y propuestas. Porque cada texto importa. Y sí: también se puede prototipar.

Cuéntanos en los comentarios si te gustaría un curso así.

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