Desde que tengo memoria, he escuchado frases como “una buena mujer debe ser así o asá”. Que sea delicada pero fuerte, que sepa cocinar, que no sea muy alzada, pero que tampoco se deje. En resumen, que encaje en una lista de expectativas que, siendo sincero, nadie debería tener que cumplir solo por su género.

Después de leer el texto “Por qué trabajar hacia la autonomía de las mujeres”, me puse a pensar: ¿por qué seguimos esperando que las mujeres encajen en ese molde de perfección que ni siquiera existe? ¿Por qué nos cuesta tanto romper con esas ideas tan arraigadas?

Lo que más me impactó es que la autonomía de las mujeres va mucho más allá de tener derechos escritos en leyes. Se trata de que puedan decidir por ellas mismas, sin miedo, sin culpa, sin tener que pedir permiso. Que no tengan que complacer lo que la sociedad espera de “la mujer ideal”, sino que puedan vivir su vida como realmente quieren.

Porque ser autónoma no es solo tener un ingreso o no depender de nadie. También es poder decir lo que se piensa, elegir su camino, sentirse bien con quienes son, aunque eso no encaje en lo que muchos aún consideran “correcto”.

Así que no, no creo que exista una mujer ideal. Pero sí creo que cada mujer tiene derecho a ser libre, auténtica, real… y eso es lo verdaderamente valioso.

T0 dieron "Me gusta"Publicado en Antropología y Género, Derecho, Humanidades

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