La adolescencia es una etapa complicada, sobre todo cuando hablamos del forjamiento de la personalidad y el manejo emocional.
“¡Los adolescentes son groseros y desobedientes! ¡Son inmaduros!”
A lo largo de nuestra vida hemos escuchado este tipo de frases y otra cantidad considerable de expresiones parecidas. Nos catalogan como personas inmaduras, rebeldes, que no sabemos lo que hacemos y que nunca tenemos la razón porque no sabemos nada de la vida.
¿Somos nosotros realmente inmaduros?
Comparando la etapa de niñez y adolescencia somos mucho más maduros que los niños que solíamos ser; ahora tenemos una mejor claridad sobre nuestros gustos y preferencias; hacemos y dejamos de hacer cosas teniendo en cuenta lo que queremos para nuestra vida. Ahora bien, comparando la adolescencia con la adultez, es claro que aún nos falta mucho por desarrollar, sin embargo, esto no es sinónimo de ignorancia.
O seguramente alguna vez escuchaste “¡Los adolescentes son desubicados, irresponsables e incapaces de proyectar un futuro!
Sí, te entendemos, muchas veces minimizan nuestro potencial, encasillándonos de manera descontextualizada en personas incompetentes. ¡Claro que no! Los adolescentes somos capaces de crear, de analizar, de hacerse cargo de cosas importantes, de idealizar y tener planes a futuro.
Aunque… También existen comentarios acerca de que “Los adolescente son lo suficientemente maduros para asumir todo tipo de responsabilidades”. ¡No nos confundamos! Los adolescentes son capaces de muchas cosas, pero es importante que exista un acompañamiento y una guía para que puedan desarrollarse a lo largo de la adolescencia de la mejor manera. Una ayudita no está de más, ¿cierto?.
El punto principal, es entender que la adolescencia no se puede llevar a extremos, no es negra ni blanca, mucho menos buena o mala, los adolescentes necesitan apoyo, guía y sobre todo, empatía, pero también necesitan confianza, que se les demuestre que ellos son capaces de hacer lo que se proponen.
Otra frase muy escuchada es “no quieren salir de casa, quieren que los mantengan” o expresiones parecidas. Para aclarar, se supone que la adolescencia coincide con la época de estudios, ya sea en el bachiller o en la Universidad, por lo tanto, en esta etapa la mayoría de jóvenes se dedica a estudiar, no tienen trabajos, por lo tanto, no tienen los recursos económicos para salir de casa e independizarse.
Nosotros como adolescentes estamos construyendo el camino y la base para llegar a la adultez, si bien ya contamos con mayor autonomía, aún necesitamos la ayuda y el apoyo de nuestros padres, de nuestra familia y de los adultos en general.
Quizá en algún momento de tu adolescencia te has topado con la frase “es que no te eduqué o no te enseñé o nunca viste ese ejemplo en mi” debemos entender que al principio de nuestra infancia adoptamos ciertos comportamientos de nuestro entorno, aprendemos a imitar y encajar en el sistema que nos muestran, pero entrada la adolescencia vemos nuestras creencias y deseos enfrentados a los estereotipos de la sociedad en la que estamos inmersos, y por ello “salirnos del molde” para algunos adultos no está bien, ya que no es la “costumbre”. Esto sucede porque el adolescente desarrolla nuevas capacidades cognitivas y de razonamiento que le van a permitir pensar más allá del presente. Estos cambios en su desarrollo cognitivo también le permitirán al adolescente concebir y desear transformaciones en su contexto y consigo mismo.
A lo largo de nuestro crecimiento muchos de los padres nos idealizan una vida, en su afán de buscar lo mejor para nosotros, nos trazan un plan de vida, la carrera profesional, los amigos, el comportamiento y hasta nuestra personalidad, cuando muchas veces no es el camino que deseamos seguir; es ahí cuando debemos nos hacemos conscientes de la importancia de la comunicación y de la toma de decisiones basadas en el razonamiento profundo de las posibles consecuencias. Ser conscientes, asimismo que el equivocarse no está mal, asimilar los fracasos nos lleva a una experiencia de aprendizaje aún mayor, solo debemos seguir intentando y aprovechando las oportunidades, las cuales no debemos reprimir, y los adultos deberían ayudar a potencializar con sus conocimientos y experiencias los talentos que se manifiesten en esta etapa de nuestra vida, ya que es crucial para el desarrollo de todo nuestro futuro en la sociedad que nos rodea, para así fortalecer nuestra identidad y poder sentirse pleno con lo que escojamos, poniendo en práctica ese carácter que se forma dentro de la adolescencia.
Es muy común que este tipo de situaciones se presenten en la sociedad, que nuestras decisiones, gustos y comportamientos estén influenciadas grandemente por lo que nuestros padres quieren para nosotros, pero no hay que olvidar que nosotros somos seres activos en nuestro proceso de desarrollo; que nuestros gustos, preferencias y deseos también son importantes y que debemos construir un proyecto de vida que no solo se base en lo que las demás personas esperan de nosotros. En ocasiones suele ser muy difícil dar prioridad a lo que uno quiere, porque existe demasiada presión, pero también es importante dar a conocer lo que se quiere, comunicar a los padres y demás familiares sobre lo que se quiere hacer y ser, pues al final, a pesar de toda esa influencia social y cultural nosotros tenemos la mayor responsabilidad en la construcción de nuestra propia vida.
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Referencias.
Moreno, A. (2015). La Adolescencia: Cap I: Qué es la adolescencia.
Moreno, A. (2015). La Adolescencia: Cap IV: Una nueva definición de uno mismo.
Valero, J., Pérez, N. & Delgado, B. (2012). Desarrollo físico, psicológico, intelectual y social en la adolescencia. Psicología del desarrollo humano: del nacimiento a la vejez, 231-264.
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