Cuando diseñamos experiencias educativas, a menudo nos perdemos en los detalles técnicos y olvidamos lo fundamental: ¿para qué educamos? Basándonos en los pilares educativos de Delors (1994), el diseño educativo conversacional tiene tres propósitos esenciales que deben coexistir:
- Ser
- Hacer
- Saber
El triángulo inseparable: ser, hacer y saber
¿Has notado cómo algunos estudiantes pueden recitar teorías perfectamente pero se paralizan al enfrentar problemas reales? ¿O cómo otros tienen habilidades técnicas impresionantes pero luchan para trabajar en equipo? Esto sucede cuando fragmentamos los propósitos educativos. La magia ocurre cuando los tres propósitos se entrelazan en cada experiencia de aprendizaje.
Saber: más allá de la memorización
El saber en el diseño conversacional va más allá de acumular información. Se trata de construir comprensión profunda a través del diálogo y la reflexión. Cuando los estudiantes discuten, cuestionan y conectan conceptos, el conocimiento se vuelve significativo y duradero. Como vimos en nuestro post sobre discusión conversacional, el verdadero saber emerge cuando los estudiantes pueden explicar, debatir y enseñar a otros.
Hacer: la práctica con propósito
El hacer no es simplemente ejecutar tareas mecánicamente. En el diseño conversacional, la práctica está impregnada de reflexión y propósito. Los estudiantes no solo aplican conocimientos, sino que experimentan, ajustan y mejoran constantemente. En definitiva, los estudiantes deben crear productos profesionales de alta calidad. La sociedad los necesita terriblemente. Para desarrollar sus habilidades deben practicar y reflexionar sobre su creación. Y lo deben hacer muchas muchas veces.
Ser: el corazón del aprendizaje
El ser es quizás el propósito más profundo y a menudo el más descuidado. Se trata del desarrollo personal, ético y social del estudiante. En el diseño conversacional, cada interacción es una oportunidad para desarrollar empatía, pensamiento crítico y responsabilidad. Sin este componente, formamos técnicos competentes pero incompletos como profesionales y seres humanos. Los futuros profesionales necesitan indagar y reflexionar sobre sus indagaciones. Forjar la actitud de un profesional toma tiempo y esfuerzo, forjar la de miles nos tomará un trabajo colaborativo que no hemos alcanzado como docentes.
La sinergia de los propósitos
Cuando estos tres propósitos se integran, ocurre algo extraordinario: el aprendizaje se vuelve transformador. Un estudiante de medicina, por ejemplo, no solo memoriza síntomas (saber) y aprende procedimientos (hacer), sino que desarrolla empatía y ética profesional (ser). La ausencia de cualquiera de estos propósitos compromete la formación integral.
¿Cómo equilibras estos tres propósitos en tu práctica educativa? ¿Has notado cómo la ausencia de alguno afecta el desarrollo de tus estudiantes? Compartamos experiencias para enriquecer nuestro diseño educativo conversacional.
Referencias
- Delors, Jacques (1994) ‘Los cuatro pilares de la educación’. Informe a la UNESCO.
- Arrieta M., Maestre M., Villegas E., Aguas R. (2024) “Menos conferencias más experiencias: diseño educativo conversacional. Editorial Unimagdalena.
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