¿Estás cansado de que tus estudiantes solo pregunten “esto tiene nota?”

Imagina esta escena: estás en medio de una apasionante explicación sobre un tema fascinante de tu materia (al menos, fascinante para ti) cuando, de repente, una mano se levanta. Tu corazón se acelera, pensando que es una pregunta profunda que demuestra el interés del estudiante. Pero no. La pregunta es: “Profe, ¿esto tiene nota?”.

¿Te suena familiar? Si es así, no estás solo. Muchos educadores se enfrentan a diario con estudiantes más preocupados por su calificación que por su aprendizaje real. Pero, ¿y si te dijera que existe una forma de romper este círculo vicioso y hacer un detox de las notas?

La práctica conversacional: aprendizaje sin presiones

Entra en escena la práctica conversacional, una técnica que revoluciona la forma en que tus estudiantes abordan el aprendizaje. ¿En qué consiste? Simple: en crear espacios de práctica sin calificación, donde los estudiantes puedan experimentar, equivocarse y aprender sin la presión constante de la nota.

“El verdadero aprendizaje ocurre cuando los estudiantes se sienten libres para explorar, cometer errores y reflexionar sobre ellos.”

John Dewey (1938).

Pero, ¿qué es exactamente la práctica conversacional?

Ah, me alegra que lo preguntes (y no, no tiene nota). La práctica conversacional es parte del marco conversacional de aprendizaje. Este marco, propuesto originalmente por Diana Laurillard (2012) y simplificado por Arrieta et al. (2024), sugiere que el aprendizaje efectivo ocurre a través de un ciclo de cinco tipos de aprendizajes.

Marco conversacional de aprendizaje simplificado. Fuente: “Menos conferencias, más experiencias” Arrieta et al. (2024).

Arrieta et al. (2024) simplifican el modelo de seis a cinco tipos de aprendizaje: adquisición, discusión, práctica, producción e indagación. La práctica conversacional se centra en… bueno, la práctica (sorpresa, sorpresa), pero intercalado con los otros tipos de aprendizaje.

Cuestionarios de práctica: un ejemplo práctico

Imagina un cuestionario de cuatro preguntas sobre el tema que acabas de explicar. Pero este no es un cuestionario cualquiera:

  1. No tiene puntos.
  2. Tiene retroalimentación inmediata.
  3. Permite intentos ilimitados.

¿El resultado? Los estudiantes pueden practicar tantas veces como quieran, aprendiendo de sus errores sin miedo al fracaso. Hasta ahora solo hemos utilizado cuestionarios para evaluar. Pero, ¿y si lo usamos para enseñar? tus estudiantes estarían robustecidos para entender los conceptos y para el cuestionario evaluativo. Ahora bien, los cuestionarios son solo el inicio.

Más allá de los cuestionarios: proyectos y prototipos de práctica

La práctica conversacional no se limita a simples cuestionarios. Puedes aplicar este enfoque a proyectos más complejos o incluso a la creación de prototipos. La clave está en crear un ambiente donde el proceso sea más importante que el resultado final.

“En el aprendizaje basado en proyectos, el viaje es tan importante como el destino.”

David Kolb (1984)

El poder transformador de la práctica sin presiones

Cuando liberamos a los estudiantes de la presión constante de la calificación, ocurren cosas maravillosas:

  1. Aumenta la curiosidad intrínseca.
  2. Disminuye el miedo al fracaso.
  3. Se fomenta la experimentación y la creatividad.
  4. Aprenden (de verdad)
La práctica conversacional transforma la actitud de los estudiantes cuando se enfrentan a la producción evaluable (izq), mucho mejor que la pasiva adquisición de información (der). (Imagen generada con GPT).

¿Calificar o no calificar? ¡esa es la cuestión!

No es la paradoja que parece. Mira nuevamente la imagen del marco conversacional. La clave está en tener los dos escenarios. Uno para practicar (errar-aprender) y otro para producir (crear-ser evaluado). En pocas palabras: califica la producción, realimenta la práctica. Claro, si no tienes escenarios de práctica, pues estás a tiempo de innovar. Optimiza tu diseño.

Este video de TED-ED nos presenta la práctica deliberada. Practicar para atacar fallas específicas en nuestro desempeño. Normalmente lo asociamos a actividades físicas. Pero oh sorpresa, la práctica conversacional la podemos aplicar también a actividades mentales. Como un músculo, el cerebro pueden fortalecerse con práctica.

Un llamado al detox de notas: ¿te atreves a cambiar el juego?

Es hora de preguntarnos: ¿Estamos dispuestos a desafiar el status quo de la educación centrada en las calificaciones? ¿Nos atrevemos a crear espacios donde nuestros estudiantes puedan aprender sin el peso constante de la nota? Los estudiantes son adictos a lo que nosotros señalemos, así que, ¿estás dispuesto a diseñar una educación adictiva, que no depende de las notas?

Te invito a que pruebes la práctica conversacional en tu próxima clase. Crea un espacio de práctica sin calificación y observa cómo cambia la dinámica. ¿Verás más manos levantadas por curiosidad genuina en lugar de preocupación por la nota? A por el Detox de notas.

Comparte tus experiencias. ¿Cuando aprendes algo nuevo que de miedo (como inglés, nueva plataforma digital o una nueva metodología) te gusta practicar o prefieres no hacerlo? Que esta reflexión la puedas compartir en los comentarios y te ayude a rediseñar tus cursos.

Referencias

Arrieta, M., Meyer M., Villegas E., Aguas, R. (2024). Menos conferencias, más experiencias. Editorial Unimagdalena.

Dewey, J. (1938). Experience and education. Kappa Delta Pi.

Kolb, D. A. (1984). Experiential learning: Experience as the source of learning and development. Prentice-Hall.

Laurillard, D. (2012). Teaching as a design science: Building pedagogical patterns for learning and technology. Routledge.

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