Descubriendo el universo de los videojuegos más allá de la Infancia

Actualmente continua vigente en la sociedad el mito de que los videojuegos son exclusivamente para niños, a pesar de las numerosas investigaciones que revelan los diversos beneficios que estos pueden aportar a las personas de todas las edades.

En un contexto dónde los videojuegos son estigmatizados por sus “adicciones”, es esencial abordar la paradoja que existe entre su mala reputación y sus virtudes, según investigaciones realizadas que destacan en este ámbito.

Los videojuegos han dejado de ser simples formas de entretenimiento para convertirse en herramientas multifacéticas que impactan positivamente en diversas áreas, incluyendo la educación y la salud mental. Investigadores como Aguiar y Farray (2003) resaltan cómo los videojuegos favorecen el desarrollo de reflejos, psicomotricidad, iniciativa y autonomía, incluso proponiendo su integración en entornos educativos para alcanzar objetivos pedagógicos.

Gómez del Castillo (2007) identifica cuatro vertientes de beneficios en la relación entre videojuegos y aprendizaje: aspectos cognitivos, destrezas y habilidades, aspectos socializadores y alfabetización digital. Se destaca cómo los videojuegos, desde los más simples hasta los más complejos, pueden potenciar habilidades motoras, coordinación, toma de decisiones y motivación, elementos cruciales en el desarrollo cognitivo a los largo del ciclo vital individual.

La capacidad cognitiva, específicamente la coordinación oculomanual, ha sido objeto de estudio en relación con los videojuegos. Investigaciones realizadas con técnicas de neuroimage revelan que existe un mayor nivel de conexiones neuronales en los cerebros de los jugadores, y mayores habilidades de coordinación y atención entre el ojo y la mano, lo cual se relaciona con el aumento de estas conexiones , especialmente en el hemisferio izquierdo, donde se realiza la mayor parte de los cálculos matemáticos y el razonamiento lógico (Ledo Rubio et al., 2015).

Otro aspecto importante es la falta de evidencia que sugiera que los videojuegos influyan negativamente en el temperamento o carácter de los jugadores. Incluso, estudios han demostrado que los videojuegos pueden ser una solución viable para mejorar aspectos del estado mental y físico de los usuarios. La falta de vínculos entre la exposición a videojuegos y problemas de conducta refuerza la idea de que su impacto no es negativo per se.

Por ultimo y no menos importante también es importante destacar el potencial terapéutico que tienen los videojuegos en trastornos como el TDAH y el TEA. Investigaciones han demostrado cómo videojuegos seleccionados y utilizados bajo un enfoque terapéutico pueden mejorar la atención, concentración y habilidades sociales en niños con TDAH. En el caso del TEA, se exploran videojuegos diseñados para ayudar a reconocer emociones y mejorar habilidades sociales.

En resumen, los videojuegos van más allá de ser meros entretenimientos infantiles; son herramientas versátiles que ofrecen beneficios cognitivos, sociales y terapéuticos para personas de todas las edades. Desmitificar la idea de que los videojuegos son perjudiciales es esencial para aprovechar plenamente su potencial en diversos aspectos de la vida.

  • Agui ar Perera, M.V. y Farray Cuev as , J. I. (2003): Los Videojuegos. Comunicación y pedagogía, nº 191, pp. 33-36.
  • Gómez del Cas ti l l o , M.T. (2007): Videojuegos y transmisión de valores. Revista iberoamericana de comunicación, vol. 43, nº 6. Documento
  • electrónico: http://www. rieoei.org/deloslectores/1909Castillo.pdf.
  • Rubio, A. I. L., de la Gándara Martín, J., Alonso, M. I. G., & Seco, R. G. (2016). Videojuegos y Salud Mental: De la adicción a la rehabilitación. Cuadernos de medicina psicosomática y psiquiatría de enlace, (117), 72-83.
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