En el diseño y desarrollo de mis cursos, particularmente en el de Aseguramiento de la Calidad, he venido trabajando desde un marco conversacional de aprendizaje. Aunque en un principio no lo reconocía de manera explícita, este enfoque está en sintonía con el modelo pedagógico de la educación liberadora de Paulo Freire, centrado en la superación de la opresión y en la construcción de sujetos críticos y transformadores.
El énfasis está puesto en potencializar las habilidades de los estudiantes, no solo para fortalecer las que ya poseen, sino también para crear nuevas herramientas de análisis, reflexión y acción que contribuyan a su crecimiento personal y colectivo. De este modo, el proceso formativo trasciende lo individual para orientarse hacia la transformación social, entendida como la capacidad de incidir en su comunidad y en la sociedad en general.
La metodología se fundamenta, en el diálogo y la problematización, fomenta una participación constante y activa de los estudiantes. Esta se materializa en actividades como:
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Análisis
de contexto, que permite identificar tensiones, brechas o
problemáticas en torno a la calidad de la atención a la primera infancia.
Reflexión
crítica colectiva, donde los estudiantes confrontan sus experiencias
con las exigencias normativas y los ideales de calidad.
Formulación
de estrategias de mejora, que los lleva a plantear soluciones viables
frente a las problemáticas detectadas, fortaleciendo así su capacidad
propositiva y transformadora.
En síntesis, el curso se convierte en un espacio donde evaluar, cuestionar y proponer no es un ejercicio académico aislado, sino un proceso de formación integral que habilita a los futuros profesionales para ser agentes de cambio, comprometidos con la garantía de derechos de la niñez y con la mejora continua en la calidad de los servicios que prestan las distintas modalidades de atención.