En los últimos años, la cuarta revolución industrial (o también llamada revolución digital), ha marcado un antes y un después en las relaciones interpersonales. La aparición del Internet y el gran auge que han tenido las redes sociales ha permitido eliminar las barreras de espacio, tiempo y lugar que antes eran necesarias para conectarnos con los demás.
Sin embargo, estas nuevas formas de socialización han abierto la puerta a fenómenos como la hiperconectividad y la normalización de la violencia digital como lo son el sexting, el ciberbullying y el stalking.
Por un lado, tenemos que la hiperconectividad se refiere al uso excesivo y constante de dispositivos digitales y redes sociales. Este fenómeno por su parte produce dificultad de concentración, aislamiento social y un grave impacto en la autoestima de las personas. Para la psiquiatra Marian Rojas Estapé, la hiperconectividad puede aumentar los niveles de estrés y ansiedad en las personas. Esto ha desencadenado en que algunas personas estén constantemente revisando su celular, aún sin tener ningún tipo de notificación. O como también sucede, la necesidad de estar siempre realizando alguna actividad en el teléfono que finalmente produce una aparente sensación de productividad.
Este elemento es importante revisarlo, pues nos llevará al tema central de este blog y es la violencia en las redes sociales… ¿Qué está pasando hoy? El sexting, que se ha vuelto muy común entre adolescentes y jóvenes, es una práctica que implica el envío de mensajes, fotos o videos con contenido sexual explícito a través de dispositivos electrónicos. Aunque esto puede ser consensuado, en el contexto de la violencia de género, a menudo se produce bajo coerción o manipulación, y que, en algunos casos, termina en la difusión masiva y no consentida de las fotos y/o videos a través de plataformas digitales.
El problema más allá de la difusión del contenido, lo cual ya es grave, es la violencia de género que se genera a raíz de esto, pues en muchos casos se señala a la víctima como responsable de la difusión y no a quien hizo la divulgación del contenido. El sexting como fenómeno no distingue de formación académica o profesional. Lo que sí es cierto es que normalmente quien sufre este tipo de violencia son las mujeres, pues son ellas quienes con mayor frecuencia envían este tipo de contenido.
Otra forma de violencia digital que ha ganado relevancia es el ciberbullying el cual consiste en el uso de tecnologías digitales (principalmente redes sociales) para acosar, humillar o amenazar a personas, especialmente a menores de edad que se encuentran en etapa escolar. El ciberbullying puede tomar múltiples formas, incluyendo la difusión de rumores, el envío de mensajes intimidantes, la creación de perfiles falsos con la intención de perjudicar, y la publicación de imágenes o videos humillantes sin el consentimiento de la persona afectada.
Por otro lado, el stalking, también conocido como acoso cibernético, es otra manifestación preocupante de la violencia digital. Esta práctica implica la vigilancia constante y no deseada de una persona a través de medios digitales. Los acosadores utilizan redes sociales, correos electrónicos, mensajes de texto y otros medios digitales para seguir los movimientos de sus víctimas, invadiendo su privacidad y generando un entorno de temor constante. El stalking no solo afecta la salud mental de las víctimas, sino que también puede escalar a situaciones de violencia física, especialmente cuando el acosador decide llevar a cabo sus amenazas en el mundo real.
La normalización de estos comportamientos en el entorno digital ha llevado a un aumento significativo en los casos de violencia, especialmente la de género. En muchos casos, las plataformas digitales se convierten en el escenario perfecto para perpetuar conductas de control y dominación sobre las mujeres, quienes son las principales víctimas de estas formas de violencia. A pesar de los esfuerzos legislativos y de concienciación, persisten grandes desafíos para erradicar la violencia digital y proteger adecuadamente a las víctimas.
Las personas tenemos una tarea importante la cual consiste en no aceptar las manifestaciones de violencia de ninguna manera, ni tampoco normalizarlas como a diario vemos en redes sociales. Es tarea de cada uno adquirir conciencia sobre el impacto de nuestras letras.
Si bien es cierto que las redes sociales ofrecen oportunidades de conexión y expresión, también amplifican los efectos de la violencia digital debido a su alcance masivo y su capacidad para masificar el contenido.
En este contexto, se vuelve imperativo promover la educación digital desde edades tempranas, enfatizando el respeto por los demás y la importancia de la privacidad. Solo a través de un esfuerzo conjunto entre gobiernos, plataformas digitales y la sociedad civil, se podrá avanzar hacia un entorno digital más seguro y equitativo para todos.
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Comentarios
Profe María,
Me encontré ese artículo suyo en otra página desde LinkedIN y me alegra verlo también por este medio.
Es complejo el tema. Cada escenario humano tiene todo el potencial de sus usuarios. Tanto para lo bueno como para lo malo. Debemos trabajar conjuntamente como actores para propiciar las mejores prácticas en la virtualidad.
Mil gracias por su publicación hacia la comunidad.