Por: Jurani Peñaloza Nuñez – Estudiante de prácticas profesionales
Una vez se establece una nueva normalidad en el mundo, producto de la pandemia del Covid – 19. El inicio de las cuarentenas nos llevó a adaptarnos a nuevas formas de interacción, en la que el ejercicio de la psicología social comunitaria, la cual demanda en gran medida la necesidad del contacto con la comunidad, el área social del PAP, tuvo implementar nuevas estrategias para dar continuidad de los proyectos comunitarios. Los medio de comunicación se convirtieron en el canal para seguir trabajando por el fortalecimiento emocional y de las estrategias de afrontamiento de la comunidad, que les permitiera salir avante ante la situación de crisis.
Durante este año y medio, se ha avanzado en proceso de vacunación y educación en salud, los cuales nos han permitido tener una nueva normalidad de manera paulatina, lo cual no ha brindado la oportunidad de regresar a campo. La visita a la comunidad no solo nos dio la oportunidad de volver ”al barrio” sino que además, amigos valiosos nos acompañaron, ya que las diferentes coordinaciones del área del PAP (Clínica, educativa, organizacional y la misma coordinación general) se movilizaron y nos acompañaron de la mano de la coordinación de prácticas, en representación no solo del programa de psicología sino también de la Universidad de Magdalena mayormente representado por una de sus estudiantes de prácticas, con un único propósito: recordarles a la comunidad que seguimos estando allí para ellos, para acompañarlos, apoyarlos y ofrecerles nuestro conocimiento, así como ellos nos ofrecen su amabilidad, empatía, agradecimiento, con grandes esperanza, y una pregunta que siempre nos acompaña y, ¿Cuándo van a volver?
Nuevos inicios
El jueves 15 de julio el programa de atención psicológica (PAP), se dirigió al barrio los fundadores como parte del ejercicio que viene realizando con esa comunidad en el marco de los proyectos comunitarios “Canitas de Plata e Infantes Gestores”. Una visita que en lo personal me generó muchas emociones agradables, ya que como estudiante de prácticas profesionales del PAP, fue mi primer acercamiento directo con los participantes de los proyectos comunitarios y constituyó una oportunidad de ponerle un rostro a esas voces amables con las que venía tratando, estrechar las manos de personas cálidas y respetuosas que notablemente disfrutan cada encuentro, poder expresar frente a frente lo grato que resulta el acompañarlos en un momento tan difícil como es el de la pandemia del Covid-19 y escucharlos expresar su agradecimiento frente a nuestro esfuerzo y gestión. Creo que el trabajo comunitario siempre trae experiencias significativas que ninguna cátedra podrá brindar, pues lo vivido ese día fue una experiencia única y diferente a todo lo que hemos estado haciendo en esta nueva normalidad basada en actividades remotas y con mucho orgullo puedo decir que ese encuentro no solo reflejó el impacto positivo que ha generado el área social del PAP en esa comunidad, sino que, además, reafirma el valor de nuestro quehacer psicológico.
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