Aleyda M. Loaiza, Luz H. Sosa y Tatiana P. Zuluaga

Los seres humanos han demostrado ser una de las razas más complejas a la hora del campo de estudio, ya que no es suficiente y no existe una disciplina que por sí sola sea capaz de abarcar de forma completa y concisa todos los aspectos que hacen parte del desarrollo, al igual que los factores constituyentes de su ciclo vital. Entendiendo además que cada etapa se caracteriza por un cambio significativo, que le da rumbo y sentido a las experiencias que adquiere el individuo a lo largo de su vida, cuestión que hace aún más complejo su estudio, sin embargo, es importante destacar que no todo cambio implica desarrollo a pesar de que el desarrollo en sí mismo implique cambio (Papalia ét al. 2009).

Es por ello, por lo que la psicología del desarrollo nace ante la necesidad de integrar y hacer evidente el papel de todos estos aspectos, además de darles explicación de forma contundente y específica, investigando las transformaciones que acontecen en la adultez y la influencia de períodos anteriores. En este sentido se entiende que la adultez es una de las etapas más largas del ciclo vital, en donde el individuo se incursiona, ya de una forma fija dentro de la sociedad, puesto que es precisamente para este punto en donde el individuo tuvo que haber desarrollado una serie de competencias que le permitan sobrevivir y desenvolverse en lo que implica la vida y convivencia en cada una de sus dimensiones, evidenciando el crecimiento en sí mismo.

Por lo anterior, es fundamental comprender que al estudiar los cambios que experimenta el adulto y que dan cuenta de un crecimiento no sólo a nivel físico sino también personal, familiar, psicológico, cognitivo y social se deben destacar los principios que han sido planteados por Batles (1987) mirándolos desde una posición crítica y focalizada a la realidad circundante del adulto. De este modo se puede analizar que en primer lugar el desarrollo es para toda la vida demostrando así que las transformaciones y cambios que tengan lugar en la vida del ser humano no acaban hasta el momento de la muerte, puesto que desde que se nace el individuo experimenta diversas situaciones que van moldeando su proceder convirtiéndolo en un persona capaz de adaptarse a los acontecimientos, esto enfatizando en la importancia de cada periodo y la función que cumple a lo largo del ciclo de vida.

Así mismo comprender que ese desarrollo depende estrechamente de la historia y del contexto, ya que como es común escuchar el que no conoce su historia tiende a repetirla, haciendo relevancia al papel de proporcionar la información y capacitador de experiencias que desempeña la historia para el crecimiento a nivel de desarrollo en el ser humano, en la misma línea el contexto posibilita que el desarrollo sea oportuno o no, pero también la capacidad para adaptarse ante las dificultades que puedan asumir en el ambiente, haciendo seres más resilientes. Por otra parte, el desarrollo es multidimensional y multidireccional, además de flexible; características que en conjunto indican que a lo largo de la vida el ser humano gana en la adquisición de habilidades en algunos aspectos de su vida, pero puede perder en otros y es precisamente esa flexibilidad la que le permite encontrar el equilibrio entre ambas circunstancias modificando su forma de operar o desempeñarse para hacer más amena su adaptación.

A partir de ello se podría afirmar que el ser humano por naturaleza es un ser adaptativo, “en el sentido de que permite lidiar con las condiciones de existencia, internas y externas, siempre cambiantes” (Papalia ét al. 2009, pg. 4) es decir, capaz de adecuarse a una variedad de contextos y ambientes, todo esto ligado directamente con el funcionamiento óptimo de los aspectos que conforman al sujeto siendo el primero el biológico formado por las funciones de los diferentes sistemas anatómicos, pertenecientes al plano físico.

El segundo en la lista corresponde al cognitivo, en donde se hacen referencia a los diferentes procesos psicológicos que ayudan al procesamiento, evocación y adquisición de conocimientos o información, el cual es “resultado de la maduración del cerebro y otros sistemas y estructuras físicos del organismo” (Papalia ét al, 2009, pg. 4) además de aprendizaje en cada uno de los contextos en los que interactúa la persona. Por último está el ámbito psicológico el cual, se centra en la expresión de las emociones; además de las habilidades para socializar e interactuar con otros sumado a la construcción de su personalidad.

Finalmente, tomando como referencia el significado de desarrollo planteado en Papalia et al. al decir que “es un proceso sistemático de cambio adaptativo en el comportamiento en una o más direcciones” (2009, pg. 4), se entiende el carácter cronológico en la manera sistemática y organizada que se efectúa el desarrollo a lo largo del proceso de lo que identifica como el desarrollo del ciclo de vida. Un ámbito muy extenso que se consolidó como un objeto de estudio en la psicología y es tema de interés para muchos profesionales no solamente por los aportes teóricos en el desarrollo de la ciencia sino por su aplicabilidad en los contextos de intervención y los recursos que brindan para el entendimiento de la etapa en la que una persona está atravesando en su ciclo vital.

Referencias

Baltes, P. (1987). Theoretical propositions of life span development psychology: On the dynamics between growth and decline. Developmental Psychology, 23(5), 611-626.

Papalia, E., Sterns, H, Feldman, R y Camp, C. (2009). Desarrollo del adulto y vejez en un mundo cambiante en Papalia, E., Sterns, H, Feldman, R y Camp, C. (2009) Desarrollo del adulto y vejez (pp. 1-31) Mc Graw Hill. 

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