¿Por qué actuamos por impulso o instinto?

En nuestra cotidianidad, es común escuchar comentarios de personas que tratan de explicar la causa de una conducta que realizó mediante el ‘’Actué por instinto’’ o ‘’Actué por impulso’’, y ambas llegan a la misma conclusión y son utilizadas para tratar de manifestar que; actué sin pensar. Y no está muy alejado de la realidad la conceptualización que le dan, pero, esto va más allá.

Para entender mejor estos términos, que se leen sencillos, pero pueden representar un grado de complejidad para algunos, es necesario hablar sobre la motivación. Ahora mismo se estarán cuestionando sobre ¿Qué tiene que ver la motivación con el actuar por instinto o impulso?, para esto, planteo la siguiente analogía:

-Vamos a explotar la imaginación y creatividad entendiendo lo siguiente-

La motivación puede ser representada como un carro, nos montamos en este (no es tan literal, por favor, imaginación), y lo manejamos hacia donde queramos llegar para cumplir algún objetivo que tengamos. En otras palabras, es el móvil que inicia, mantiene y dirige la conducta de algún sujeto para así alcanzar determinados objetivos que este tenga.

La motivación puede ser dada de forma interna (intrínseca) o externa (extrínseca). Esta primera, hace referencia a cuando un sujeto actúa por interés propio, y en la mayoría de las veces, esto les causa satisfacción, libertad y agrado. De esta manera, la motivación externa se relaciona con el interés que despiertan las exigencias o consecuencias del entorno donde te desenvuelves. Para esto, plantearé un ejemplo de cada uno para que pueda quedar clara la información;

Motivación interna: Cuando deseas aprender a tocar un violín porque toda la vida te ha gustado este instrumento. Buscas los medios, estudias y practicas todos los días. En el proceso que llevas, esto te causa satisfacción el saber que cada día mejoras y estas más cerca de cumplir ese objetivo que llevas deseando desde hace tiempo.

Motivación externa: Cuando estudias algo que no deseas, pero, lo sacas adelante simplemente porque esa carrera te llevará a que ganes un buen sueldo, era la carrera que tus padres siempre quisieron que estudiaras, y así. Esto no va a ir acompañado, en su mayoría de veces, de satisfacción en el proceso.

Teniendo en claro la conceptualización anterior, vamos a explicar la síntesis de este blog de resolver el interrogatorio de por qué actuamos por impulso o por instinto. Para esto, debemos recurrir a diversos autores que han hecho su aporte a lo largo de los años.

Por un lado, encontramos a Charles Darwin (1809 – 1882) donde este habla de que la conducta instintiva es aquello que orienta el proceso de adaptación en su entorno. Un término y explicación un poco ambigua, a mi parecer.

No nos quedemos solo con esa información, asimismo, William James (1842 – 1910) plantea una diferencia entre instinto y hábito donde establece que, la voluntad de una conducta motivada implica decisión, elección y pensamiento, a lo que él llama, instinto. Este termino se popularizó, pero, unos conductistas norteamericanos lo reemplazaron por el termino pulsión, que hacía referencia a ‘’una tendencia instintiva que empuja a realizar o rehuir ciertos actos’’ (Consuegra, 2010).

Con todo esto, el término instinto puede ser muy complejo, ya que, este se utiliza en conceptualizaciones distintas; se utiliza para hacer referencia a patrones de conductas heredados, pero también, se puede emplear como aquello que activa, ordena y mantiene la conducta del sujeto hacia su objetivo (Cofer, 2007).

Con estas definiciones, aún no se logra clarificar estos términos, así que, también está el concepto de Robert S. Woodworth (1869 – 1962), quien para poder explicar la motivación introdujo el termino impulso que es una energía acumulada que, así como su nombre lo indica, impulsa o motiva una determinada conducta del sujeto. 

Ahora bien, acá ya se va introduciendo el término impulso al lado de la mención de una conducta motivada. Les planteo este ejemplo:

Vas por una calle, la cual se encuentra parcialmente sola, de noche, llevas cargado tu morral con tu portátil, tu celular, tu billetera… A continuación, escuchas una moto y tiene las luces apagadas porque no se ve el reflejo de estas a lo largo de la calle. Seguido de esto, escuchas como acelera y se acerca a ti, e inmediatamente comienzas a acelerar el paso y haces lo posible para irte de ahí.

Entonces, la conducta motivada era, en este caso, el evitar que te atraquen. Por impulso, aceleraste el paso y trataste de irte enseguida. No te detuviste a pensar; ‘’No, solo es una moto, esta calle es segura, muy poco han robado por acá, no me pasará nada malo’’ y llegar a una conclusión, lo que hiciste fue, irte sin pensarlo dos veces.

De este modo, se puede entender que, impulso hace referencia a una tendencia a actuar sin una deliberación previa.

Por otra parte, el actuar por instinto es la tendencia de actuar de manera mecánica, especialmente cuando el hábito se ha adquirido por experiencia.

Un ejemplo de esto sería:

Cuando eres niño, y ves una puerta corrediza de esas de vidrio que muestran tu reflejo, caminas hacia esa puerta y te chocas. Entiendes que, si vuelves a caminar hacia otra puerta corrediza de vidrio que muestra tu reflejo, no vas a poder cruzar y solo te harás de daño. Actualmente, cuando estás en la misma situación ya sabes que no debes pasar por ahí, actúas de manera mecánica porque ya aprendiste por la experiencia que pasaste.

Gracias a todo lo expuesto anteriormente se puede concluir que, actuamos por impulso cuando no tenemos una deliberación previa, lo que se le conoce coloquialmente como ”actuar sin pensar”. Y el actuar por instinto hace referencia a actuar de una forma mecanizada debido a experiencias que hemos pasado. En ambos casos siempre hay de por medio una conducta motiva que quiere dirigirnos hacia una meta.

Referencia bibliográfica

1. Estrada, L. (2018). Motivación y emoción. Fundación universitaria del área Andina, 1, 9-22.

Imagen destacada de Miguel Bruna en Unsplash

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