Por: Mayra Mendoza Hernández – Psicoterapeuta PAP

Leslie, Newman, Chesney y Perrin (2005), que el término de salud mental tiende a ser inexacto, porque por lo general se refiere a salud emocional. A pesar de que la mayoría de niños y adolescentes manifiestan un buen ajuste, al menos uno de cada 10 niños y adolescentes tienen un trastorno mental diagnosticado lo suficientemente severo como para ocasionar impedimento. El diagnóstico de los trastornos mentales en niños es importante ya que estos pueden llevarnos a trastornos psiquiátricos en etapa adulta. Realmente, la mitad de todos los trastornos mentales comienzan aproximadamente de los 14 años (Kessler et al., 2005).

De acuerdo con Rojas (2009), “la verdadera depresión es un estado de hundimiento terrible que cualitativa y cuantivamente es mucho mayor que cualquier decaimiento producido por los avatares de la vida”. El sufrimiento de la depresión afirma el mismo autor, puede llegar a ser tan intenso que únicamente para salir de él se contemple el suicidio.

Los niños con problemas emocionales, conductuales y del desarrollo suelen pertenecer a un grupo de poca atención en comparación con niños con necesidades de atención médica (Martorell, Papalia, 2017). Este texto referenciará uno en especial que es la depresión infantil y la ideación suicida como síntoma desencadenante de tal enfermedad.

La depresión infantil es un trastorno de estado de ánimo que trasciende más allá de tristeza normal temporal. Los síntomas incluyen incapacidad para divertirse y concentrarse, actividad extrema, apatía, fatiga, llanto, dificultades sueño, cambios de peso, dolencias físicas, sentimientos de minusvalía, sensación prolongada de que no tienen amigos o pensamientos frecuentes referentes a la muerte o el suicidio (Martorell, Papalia, 2017). La mayoría de los síntomas anteriormente mencionados, han podido verse evidenciados en consulta terapéutica y asesoría psicológica dentro del Programa de Atención Psicológica de la Universidad del Magdalena, Santa Marta.

Lo anteriormente mencionado, corrobora lo que Martorell y Papalia (2017) (citado de Lalongo, Edelsohn Y Kellan, 2001) mencionan respecto a que niños de incluso cinco o seis años pueden dar información clara de estados de ánimos depresivos y sentimientos que pronostican dificultades posteriores que van desde problemas académicos, hasta la depresión mayor e ideas suicidas. Dentro de la consulta, se logra evidenciar tal como lo menciona Cicchetti y Toth (1998), que es común que la depresión aparezca durante el proceso de transición a la secundaria y podría verse algo relacionada con fuertes presiones académicas, creencias de poca autoeficacia y falta de inversión personal en el éxito académico.

Dentro de las opciones de tratamiento implementadas en el Programa de Atención Psicológica (PAP) se encuentra la psicoterapia individual, en la que se trata al niño de manera individual para ayudarle a entender su personalidad y relaciones, e interpretar su conducta y sentimientos, acompañado de orientación para los padres, que genera mayor eficacia en el tratamiento (Martorrell, Papalia, 2017). Dentro del tratamiento, se utiliza como recurso terapéutico la terapia de juego que ayuda al niño a evidenciar y confrontar problemas emocionales, cognoscitivos y sociales, del mismo modo la terapia artística que puede ayudarlos a describir lo que les atormenta sin necesidad de poner sentimientos en palabras (Matorell, Papalia 2017). Del mismo modo, Kozlowska y Hanney (1999) refieren que el niño puede expresar emociones profundas mediante la elección de colores y temas que describen su estado.

Por último, es importante mencionar que los sucesos estresantes forman parte de la niñez, y la mayoría de los niños aprender a afrontarlos. Sin embargo, cuando el estrés llega a niveles abrumadores pueden tener efectos a largo plazo el bienestar psicológico y físico. Pese a ello, algunos individuos muestran una notable resiliencia que les ayuda a superar sus terribles experiencias (Martorell, Papalia 2017), a quienes no lo logran, siempre se le recomendará atención clínica especializada según requiera el caso.

Referencias bibliográficas

  • Cicchetti, D., & Toth, S. L. (1998). The development of depression in children and adolescents. American Psychologist.
  • Kessler, R. C., Berglund, P., Demler, O., Jin, R., Merikangas, K. R., & Walters, E. (2005). Lifetime prevalence and age-of—onsetsiatributios of DSM-IVdisordes in the National Comorbidity Survey Replication. Archives of General Psychiatry.
  • Kozlowska, K., & Hanney, L. (1999). Family assessment and intervention using an interactive art exercise. Australia and New Zealand Journal of Family Therapy.
  • Leslie, L. K., Newman, T. B., Chesney, J., & Perrin, J. M. (2005). The Food and Drug Administrations deliberations on antide-pressant use un pediatric patients. Pediatrics.
  • Martorell, G., Papalia D. (2017). Desarrollo humano. Colombia: McGraw- Hill Global Education Holdings LLc. Allrights rserverd.
  • Rojas, E. (2009). Guía práctica contra la depresión. Madrid: ediciones planeta Madrid.

e-mail: atencionpsicologica@unimagdalena.edu.co                                                                                  

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