La niñez es un periodo de importancia en el ciclo de vida de un ser humano. En esta etapa, los niños desarrollan habilidades, capacidades y facultades verdaderamente impresionantes. Muchos crecen con conocimientos tan sólidos que se podría decir que ya tienen una vida exitosa asegurada. Gran parte de ese conocimiento se atribuye a la influencia de su entorno: lo que ven sus ojos, lo que tocan sus manos y, sin duda, lo que aprenden de sus padres.

Lo esencial en la crianza no se compra

Un niño que crece teniendo todo lo que desea será un adulto que nunca aprendió a esforzarse para alcanzar sus sueños. Si un padre quiere que su hijo sea un empresario con el conocimiento necesario para administrar empresas multinivel, deberá enseñarle e inculcarle principios económicos y contables, así como las ventajas fiscales de tener una corporación o una empresa.

Casi todos aprendemos de nuestros padres lo que sabemos sobre el dinero
(Kiyosaki, 1997, p. 15). 

© TOMADA DE PINTEREST

Todo padre quiere lo mejor para sus hijos. Muchos instan a sus hijos a seguir una rutina de aprendizaje intensivo en la escuela, pero no les explican el objetivo o el propósito fundamental de hacerlo. Esto ocurre porque, aunque los padres tienen la responsabilidad de inculcar principios morales, a menudo no tienen una visión clara sobre el futuro que desean para sus hijos.

Es común encontrar hogares donde existe una rivalidad ideológica, lo que lleva a que los hijos elijan caminos distintos a los que sus padres esperan para ellos. La educación de los niños no depende exclusivamente de los padres; las escuelas, universidades e instituciones educativas también deben comprometerse a brindarles una formación adecuada. Sin embargo, en la práctica, esto no siempre sucede. Las instituciones enseñan lo que consideran mejor para los estudiantes, pero, según muchas críticas, rara vez proporcionan una educación financiera sólida que les permita asegurar su futuro.      

Un niño que no recibe educación financiera será un adulto con limitaciones económicas 

Cada niño enfrenta el desafío de elegir qué camino seguir para su futuro. Robert Kiyosaki vivió esta experiencia: tuvo que decidir entre la enseñanza de su padre pobre o la de su padre rico.

Su padre pobre, un hombre con títulos universitarios, honores académicos y una sólida formación académica, no supo dar una respuesta satisfactoria cuando Robert le preguntó cómo podía ganar más dinero. La pregunta surgió después de que sus compañeros de escuela no le permitieran asistir a una fiesta simplemente porque tenía menos dinero que ellos.

Desesperado por encontrar una solución, Robert incluso llegó a falsificar monedas. Su padre pobre, aunque rico en valores y conocimientos académicos, carecía de educación financiera. No pudo enseñarle a su hijo cómo generar riqueza porque, sencillamente, no sabía cómo hacerlo.

Si yo hubiera tenido sólo un padre, me habría tocado aceptar o rechazar sus sugerencias, pero el hecho de tener dos me dio la oportunidad de comparar sus puntos de vistas (Kiyosaki, 1997, p. 14).

🙄 ¿Qué debemos y qué no debemos decirles a nuestros hijos? 🙄

Cada padre es una influencia para sus hijos.

Imaginemos, por un momento, el poder que tenemos para cambiar las creencias de quienes nos rodean con una sola palabra o acción. Cuánto más puede influir en el futuro de un niño la convivencia diaria con sus padres.

T0 dieron "Me gusta"Publicado en Desarrollo personal, Economía, Educación, Psicología

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