la palabra inclusión nos lleva a la idea de pluralidad y aceptación en el mismo espacio,  pero La verdadera inclusión es más que permitir que diferentes personas coexistan en el mismo espacio físico; más bien, se centra en crear un ambiente donde cada persona se sienta valorada, respetada y de hecho se sienta  una parte integral de un todo simplemente porque lo es, a pesar de las diferencias. Implica un compromiso activo y consciente de mirar la diversidad como un activo, como un verbo  que lleva a la utilidad del ser.

En una sociedad verdaderamente inclusiva, la diversidad no es solo tolerada sino celebrada. Se entiende que cada persona tiene algo único que aportar a la sociedad, enriqueciendo el sencillo tejido del conjunto social ya que cada cual trae consigo sus propias experiencias, cultura y puntos de vista, así como la habilidad que puede aportar a la sociedad. La verdadera inclusión no es solo aceptar estas diferencias, sino también identificar y eliminar las barreras que impiden a las personas participar en la vida social, económica y política.

En el campo de la educación, por ejemplo, se da más participación a proporcionar acceso a un salón de clases físicamente y enseñar a los estudiantes, sino hacer ajustes al plan de estudios y ofrecer todos los apoyos necesarios para que todos puedan aprender efectivamente. La inclusión también implica garantizar que cada individuo tenga una oportunidad justa para lograr todo su potencial sin discriminación o estigma.

Existen diferentes contextos donde la inclusión debe estar por encima de cualquier paradigma, es por ejemplo en el lugar de trabajo la inclusión va más allá de contratar personas de diferentes orígenes, es el ambiente que se crea donde los empleados se sienten seguros para expresar sus opiniones, y se toma una decisión después de escuchar varias perspectivas, se promueve la igualdad de todo acceso a oportunidades de crecimiento y desarrollo profesional para todos los empleados.

En la sociedad, también se da la verdadera la inclusión si se logra en la igualdad de acceso de poblaciones diversas a servicios como justicia y servicios básicos además de la participación cívica. La inclusión autentica en lo social no es algo fácil y viene con sus propios desafíos; por tanto, asegurar la verdadera inclusión requiere el esfuerzo y dedicación de todos los miembros de la sociedad.

Algunas acciones clave que pueden ayudar a promover la inclusión en una sociedad incluyen:

Educación y  sensibilización: Para fomentar la inclusión, se pueden promover programas educativos tempranos que destaquen la diversidad humana, la importancia de respetarnos los unos a los otros y reconocer el papel vital que juega la inclusión en una sociedad que funcione bien.

Políticas inclusivas : las cuales deben fomentar la igualdad de derechos y oportunidades bajo un marco legal y protección de comunidades marginadas. debe además existir Participación y representación asegurando la toma de decisiones y la representación en todos los foros humanos.

Promoción de la justicia social: Abordar la injusticia económica, racial y de género desarrollando y firmando políticas y programas que se enfocan en los problemas de desigualdad sistémica y en lograr una equidad de recursos y privilegios.

En última instancia, la nueva inclusión es una llamada a la acción para construir sociedades más justas, vibrantes y resilientes, el cual requiere un compromiso continuo y colectivo para superar barreras, desafiar prejuicios arraigados y construir puentes que unan nuestras diferencias en una red tejida con respeto, dignidad y verdadero entendimiento mutuo.

Es un viaje hacia un futuro en el que la inclusión no sea solo un ideal, sino una realidad palpable y vivida por todos. La inclusión genuina y completa no solo se trata de garantizar que todas las personas puedan sentirse seguras, valoradas y que pueden participar plenamente sin temor a la discriminación o exclusión debido a quiénes son; también implica abordar otras formas de discriminación y desigualdad que puedan existir, como el racismo, la xenofobia, la discriminación por discapacidad y muchos otros.

La inclusión auténtica es un compromiso con la diversidad en su totalidad, reconociendo y valorando las muchas identidades y experiencias diferentes que existen en nuestra sociedad. Se trata de construir comunidades y sociedades más justas, equitativas y comprensivas para todos sus miembros, independientemente de sus diferencias.

Por lo anterior y para empezar a ser inclusiva a una sociedad es primordial empezar por nuestras propias vidas, aceptándonos tal cual somos incluyéndonos a nosotros mismos, valorando nuestras fortalezas y aún las debilidades pues de ella aprendemos y perfeccionamos, aprender que la diferencia es una fortaleza que resalta y enriquecen a un grupo o comunidad, haciendo que el trabajo o el aprendizaje sea más creativo y completo.

Así que de ahora en adelante cuando se hable de inclusión es importante saber que empieza con nosotros y de nosotros se traslada a la sociedad y de esta forma exista  alteridad que  refiere al reconocimiento del “otro” como alguien diferente a uno mismo, con su propia identidad, perspectiva y subjetividad. La alteridad va más allá de la empatía en el sentido de que subraya la diferencia y el respeto hacia esa el otro y  reconociendo que el otro no es una extensión de uno mismo, sino un individuo único, irrepetible y valorable en todos las órbitas. 

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