¿Qué es la mutilación genital femenina?

La mutilación genital femenina (MGF) es definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una práctica ancestral que consiste en extirpar y lesionar los órganos genitales femeninos externos. Esta es una práctica que implica la alteración o lesión de los genitales femeninos por motivos no médicos y que internacionalmente es reconocida como una violación grave de los derechos humanos, la salud y la integridad de las mujeres y las niñas. además de reflejar las desigualdades de género arraigadas en la comunidades y sociedades. Puede causar complicaciones de salud a corto y largo plazo, incluido dolor crónico, infecciones, sangrados, mayor riesgo de transmisión del VIH, ansiedad y depresión, complicaciones durante el parto, infecundidad y, en el peor de los casos, la muerte.

¿Existe la mutilación femenina en Colombia?

Estas prácticas son más frecuentes en las regiones occidental, oriental y nororiental de África, en algunos países de Oriente Medio y Asia y entre migrantes de esas áreas. Por lo tanto, la MGF es un problema mundial. Colombia, es el único país de Latinoamérica donde se presenta esta práctica, la cual según estimaciones ha afectado a 200 millones de mujeres y niñas en el mundo.

La mutilación genital femenina fue descubierta entre la comunidad indígena emberá colombiana en 2007 luego de la muerte de dos niñas que tuvieron una infección en su zona genital Ambas habían sido sometidas a una práctica ancestral conocida como el ‘corte de callo’ entre los emberas, un ritual en el que se extirpa el clítoris a las mujeres con una cuchilla caliente. El ‘corte de callo’ es reconocido por los líderes indígenas como un saber propio de mujeres, es decir, que solo realizan ellas. Cuando la práctica de la ablación se dio a conocer en Colombia en 2007 con la muerte de dos niñas emberas de Pueblo Rico, los indígenas hombres decían desconocerla.

Factores de orden cultural y social que llevan a practicar la mutilación genital femenina

Existen diversas razones por las cuales se practica. Mientras que en algunos casos se considera un rito de transición a la madurez, en otros casos las comunidades la apoyan como un medio para controlar la sexualidad de las niñas o de salvaguardar su castidad. Otras obligan a las niñas a someterse a la mutilación como un requisito previo para el matrimonio o para disfrutar del derecho de herencia.

En algunas sociedades, la MGF tiene como base mitos acerca de los genitales femeninos, por ejemplo, que un clítoris sin extirpar crecerá hasta el tamaño de un pene, o que la MGF aumentará la fecundidad. Otras consideran a los genitales externos femeninos algo sucio y feo. Los indígenas de Bajo San Juan cuentan que la cicatriz que lleva entre las piernas la mujer Embera está relacionada con el fin del universo. Para ellos, su dios Karagabí sostiene los nueve mundos en los tres dedos de su mano derecha, y los transfiere a la izquierda. En el cambio se produce un desequilibrio que puede aumentarse con el movimiento que hace la mujer durante el acto sexual, en el caso de que tenga clítoris. Borrar una parte de la corporalidad de la mujer Embera, no solo termina asegurando que no se caigan los mundos de la mano de su creador, sino que además pretende garantizar al hombre la fidelidad de su esposa. También responde a la necesidad de evitar que la mujer sea “brincona” o lesbiana.

¿Qué se ha hecho para evitar esta práctica?

Debido al  escándalo que se desató en 2007 , el Estado, en compañía del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), inició un proceso de diálogo con la comunidad indígena de Risaralda; conversación que se materializó en 2008 con el despliegue del programa ‘Embera Wera’, iniciativa que trabajó con más de 25.000 indígenas de los resguardos de Pueblo Rico y Mistrató

Dos años después de la intervención estatal del Programa ‘Embera Wera’ a los resguardos, el Consejo Regional Indígena de Risaralda (CRIR) emitió la Resolución 001 de 2009 para los municipios de Pueblo Rico y Mistrató, en la cual se suspendía la práctica del ‘corte de callo’ durante dos años mientras se daba una reflexión sobre la curación.

En 2010, la mutilación se consideró ilegal de forma definitiva y se impuso una condena de hasta 50 años de cárcel para quien ejecutara el ritual, pues la ablación fue tildada como un acto de discriminación por las autoridades y los indígenas del CRIR.

En 2012 y en 2017, comunidades como la Embera de Pueblo Rico y Mistrató (Risaralda), Trujillo (Valle del Cauca), y Embera Chamí (Valle del Cauca) declararon públicamente su compromiso para abandonar la práctica bajo el concepto de que la “cultura debe generar vida y no muerte”.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible incluye el objetivo de “lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y de las niñas”, el cual contempla dentro de sus indicadores “eliminar las prácticas nocivas como el matrimonio infantil y la mutilación genital femenina”. Colombia, como uno de los países comprometidos con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), dirige sus acciones para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y en esa medida tiene como prioridad poner fin a la mutilación genital femenina.

Elaborado por:

@mcruz @dmguzman @yesicamartinezpc   @ivanochoaot

Presentado a:

@malvarezc

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