Vivimos tiempos en los que como caducan los alimentos en nuestras neveras los conocimientos caducan y muchos más rápido que los dispositivos que usamos. Lo que hoy nos da ventaja profesional, mañana puede volverse irrelevante. Esta realidad, conocida como obsolescencia profesional, no es exclusiva de los aparatos tecnológicos ni de quien nos dedicamos a hablar de tecnología; puede afectar a abogados, contadores, docentes, comerciantes y a cualquier persona que crea que su experiencia es garantía suficiente de permanencia y relevancia.

Según el portal web Foro Marketing esta obsolescencia profesional de la que mucho se habla por estos días, se refiere a la pérdida de relevancia, competencia o demanda laboral de un individuo debido a cambios acelerados en el mercado, avances tecnológicos, nuevas metodologías o las inevitables transformaciones en las necesidades de la sociedad.

Pero más allá del riesgo de quedar de una o de otra forma desactualizado, hay un reto aún mayor: construir una marca personal que evolucione al ritmo de este mundo.

Porque sí, una hoja de vida se actualiza con certificados, pero una marca personal se fortalece con propósito, aprendizaje, adaptabilidad y originalidad. No basta con saber hacer algo bien y eso no los ha demostrado la industria; hay que ser visible, relevantes y confiable en un entorno donde la competencia ya no es solo local, sino global.

Está claro que nuestra Marca personal no es un logo ni nuestros títulos profesionales. Es la huella que dejamos en quienes nos conocen, la coherencia entre lo que hacemos, comunicamos y aprendemos, por esto en un mercado laboral que no perdona a los rezagados, la marca personal es nuestro escudo contra esta sonada obsolescencia profesional.

El conocimiento se renueva, las tecnologías cambian, los métodos se transforman, pero las personas que aprenden a adaptarse siempre encuentran su lugar.

Construir una marca personal sólida no es un lujo, es una estrategia de supervivencia. Requiere humildad para reconocer que no lo sabemos todo, disciplina para seguir formándonos, y visión para anticipar hacia dónde se mueve nuestro sector.

El futuro no lo resistirán los más fuertes, sino los más flexibles.

Y esa flexibilidad empieza por ti: por la decisión diaria de crecer, reinventarte y compartir valor desde tu autenticidad.

Porque, al final, la marca más poderosa no es la que más brilla, sino la que nunca deja de evolucionar.

Jhan Stand

Docente universitario y consultor en marketing.

T0 dieron "Me gusta"Publicado en Comunicación, Desarrollo personal, Educación, Humanidades, Inteligencia artificial

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