En tiempos de pandemia cualquier sintomatología es signo de alarma, estrés y preocupación. Así sea un leve estornudo, de inmediato viene a nuestra mente: “positivo para COVID-19”. Pues debo contarles que algo similar me ha venido sucediendo hace un par de semanas, quiero decirles que soy positivo. En breve les contaré mi historia.

Comencé a sentir una sudoración excesiva en mis manos y cuerpo, estaba muy ansioso. Mis pensamientos estaban muy agitados y no paraba de pensar en el mundo de ideas y sintomatología asociada al COVID-19. Luego de esto, sentí insaciables impulsos por explorar diferentes recursos y dispositivos tecnológicos. Tenía una apremiante necesidad de visitar constantemente diferentes páginas web de venta de celulares, micrófonos inalámbricos, dispositivos de audio y vídeo y cosas parecidas. Este tipo de consultas fueron una constante en mi cotidianidad durante los días siguientes.

No paraba de pensar en todo lo que me hacía falta y que llenara mis vacíos académicos, pedagógicos-tecnológicos, didácticos, familiares, sociales para afrontar la época de cuarentena y distanciamiento social. Principalmente, consideraba los grandes retos y desafíos que asumiría en mi labor como profesor universitario en el contexto de la pandemia.

Tenía una gran cantidad de dudas de cómo iba a afrontar mis clases, de cuál sería la estrategia o el modelo de enseñanza para que mis estudiantes pudieran aprender de manera favorable en este marco contextual, donde los dispositivos tecnológicos se han constituido como la herramienta predilecta para afrontar los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Cada vez que me acercaba al computador pensando en las actividades cotidianas de mi trabajo, sentía muchas ganas por visitar bloque 10 y aprender de los cursos estupendos que allí se encuentran alojados, mis ojos sufrían de una extraña sensación de complacencia con solo mirar las experiencias de enseñanza y aprendizaje de mis colegas, sufría nerviosismo por tratar de entender cómo serían las experiencias que en estos momentos comenzaba a diseñar. 

Pero estos síntomas no terminaron allí, luego de esto, tenía aún más ansiedad e impaciencia, estaba siempre expectante cada vez que me llegaba un correo electrónico del CETEP, guardaba la esperanza de recibir una noticia donde me informaran que un nuevo curso había sido habilitado, sólo quería abrir mi computadora y revisar las novedades qué bloque 10 tenía para mí.

Fue entonces cuando pensé en todos esos signos de alarma y decidí visitar al médico para hacer seguimiento a mi estado de salud. Al referirle toda la sintomatología presentada al médico, este sin vacilar me dijo: “lamentablemente debo decirle que usted es positivo para bloque 10”. Entonces preocupado de esa situación y extraña enfermedad le pregunté de qué trataba, él, muy cordialmente me explicó. Me dijo que era un virus muy potente creado en la Universidad del Magdalena, cuyo propósito principal era explotar al máximo la creatividad de las personas y generar verdaderas y potentes comunidades virtuales de aprendizaje. Me indicó que la mejor cura para este virus era disfrutarlo al máximo y sacar todo el provecho que fuera necesario de este.

¡Quiero que tú también te contagies, pero de BLOQUE 10!

Recommended2 Me gustaPublicado en Desarrollo personal, Educación, Humanidades, Metodología pedagógica

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