A lo largo de los años de la existencia del ser humano se han planteado varias teorías entorno a la forma de relacionarse a nivel sentimental y amoroso con los del sexo opuesto, o según sea su preferencia u orientación sexual, si de sociedades contemporáneas hablamos; sin embargo, existe la dicotomía sobre el vínculo que se genera entre las personas.

Esta dicotomía radica en la concepción de la monogamia y la poligamia, en cuál de las dos se desarrolló o se dio primero, según lo que algunos expertos indican, el hombre por naturaleza no tiene una sola pareja, es decir puede tener varias personas con las que comparte al mismo tiempo, o tener varias parejas en corto tiempo que se le veía con buenos ojos, como ocurre en sociedades orientales.

Cabe mencionar también que la poligamia se presenta bajo dos formas básicas: la poliginia y la poliandria, cada una de las cuales posee diversas variantes, si bien la primera es mucho más frecuente que la segunda.

Otros afirman que la monogamia surgió por parte de la iglesia católica con el ánimo de ejercer un control social y cultural sobre los grupos humanos; ya que está era garantía de la reproducción, además de crear la base de la sociedad a partir de unos criterios impuestos, los cuales establecían que toda familia debería estar compuesto por un padre, una madre y los hijos.

Sin embargo, históricamente, lo que ha sido más escaso es la monogamia estricta, tal y como explica Eduardo Porter en su libro Todo tiene un precio:

“Abundó en los grandes imperios del pasado, entre reyes y emperadores que podían permitirse muchas compañeras. Era una práctica común entre los poderosos del Irán zoroástrico, el Egipto de los faraones y en los imperios azteca e inca. El rey Salomón tuvo setecientas esposas y trescientas concubinas. Sin embargo, según la Biblia, eso molestó a Dios sólo porque muchas no eran hebreas sino moabitas, amonitas e hititas, etcétera, y poseían sus propios dioses. La poligamia fue prohibida en el judaísmo asquenazí sólo en el sínodo convocado por Gershom ben Judá allá por el año 1000 de nuestra era”.

Así también como lo manifiesta Claude Levi-Strauss, “La poliandria parece reinar en los monos aulladores de la región de Panamá aunque la proporción de los machos en relación con las hembras sea de 28 a 72. Se observan, en efecto, relaciones de promiscuidad entre una hembra en celo y varios machos, pero sin que puedan definirse preferencias, un orden de prioridad o vínculos duraderos”.

Esta práctica animal, hoy en día se ve reflejada en el comportamiento del ser humano, que busca de forma urgente la reinvención de cómo vivir sus relaciones interpersonales, deja a un lado las reglas y formalismos, para vivir su sexualidad a plenitud.

En otro aparte Levi-Straus señala que la monogamia y la poligamia coexisten bajo unas reglas claras en los chimpancés, entonces se podría inferir, que si estos animales salvajes de África lograr establecer parámetros, quiere decir que el hombre con el uso de su pensamiento racional, puede hacerlo de igual manera.

Se podría también decir que establecer relaciones polígamas permite, de cierto modo, minimizar el machismo, puesto que en este caso las mujeres no se verían obligadas a casarse por conveniencia, ni por intercambio, ni por tradición, por el contrario, y teniendo claras las libertades que brinda la sociedad contemporánea los vínculos polígamos vendrían a brindar otro tipo de rol a la mujer.

Esto plantea Levi-strauss, un cuestionamiento al momento en el que las mujeres escaseen para las relaciones monógamas “¿es posible hablar de las mujeres como de un bien escaso cuyo reparto requiere la intervención colectiva? Es difícil contestar a esta pregunta sin plantear el problema de la poligamia, cuya discusión excedería demasiado los límites de este trabajo”.

Sin embargo, no hay que desconocer que la monogamia y poligamia corresponden a dos tipos de relaciones complementarias: por una parte, el sistema de prestaciones y de contraprestaciones que conecta entre sí a los miembros individuales del grupo; por otra, el sistema de prestaciones y de contraprestaciones que conecta entre sí el conjunto del grupo y su jefe.

Hoy día, las relaciones interpersonales varían en muchos sentidos, si bien las preferencias sexuales han abierto un mundo de posibilidades, las personas que se consideran heterosexuales buscan la forma de reinventarse y relacionarse cada vez de forma más abiertas creando vínculos con un sinnúmero de personas, pero que no significa al final una relación formal.

Se puede hablar entonces no de poligamia, que refiere al vínculo matrimonial de dos o más personas al mismo tiempo, sino de poliamor, que refiere a la forma de relacionarse de manera abierta y simultanea amorosa y sexualmente con varias personas con consentimiento y conocimiento de cada individuo involucrado, esta forma de relación es relativamente contemporánea y surge en dos puntos Europa y la India; esto es más reflejado no aun carácter religioso o económico sino a una forma de resistencia y revolución en cuestiones de género e identidad, ya que da un frente a dinámicas radicales enfocadas en el machismo tradicional.

De esta manera el poliamor no solo es una forma distinta de relacionarse sexual y afectivamente si no que ha generado dinámicas diferentes a la cotidianidad como es el hecho de valorar más la comunicación, la palabra verdad y libertad cosas que hacen parte de una construcción social en general basada en el término “AMOR”.

En este caso cada pareja puede vincular a más de una a su historia principal sin que eso afecte en partes como su estabilidad, relación y comunicación, si no que genere nuevos sentimientos que aportan sentires, historias, experiencias y reafirman más una correlación con aspectos de una mejor economía, menos momentos de violencia, más oportunidad de relacionarse con otras personas y culturas y darle un valor agregado al tiempo y comunicación.

Mencionando otro aspecto en esta forma de relación son las influencias que la tecnología, las represiones religiosas y los estereotipos sociales que se han construido basados en las relaciones abiertas o de más de dos individuos lo que ha generado esta forma de revolución y resistencia, a la naturalización de rasgos machistas y de sistemas patriarcales que se han naturalizado en casi todo el mundo y que han causa en varias ocasiones problemas en la sociedad.

Las nuevas formas de relacionarse de conocer individuos y del manejo de la ética y el descontrol ayudan al querer vivir nuevas experiencias, esto recae como lo hemos dicho antes en soluciones colectivas a reglas naturalizadas que no siempre cumplen una función adecuada o aceptada por lo contrario estas reglas se están “rompiendo” poco a poco como también los estereotipos y las injustas interpretaciones de carácter moral religioso que han hecho que el machismo y la misoginia tomen un papel natural en muchas costumbres y cosmovisiones en gran parte del mundo.

Es de suma importancia tener presente que estos cambios son producto de resultados culturales, artísticos, económicos e ideológicos como también una emancipación de los sentires humanos, ya que el poliamor da vía libre a experimentar y vivir varias vidas y mentes con un sentir común entre los integrantes que es el amor colectivo y la pérdida del sentimiento de propiedad ajeno a toda comparación en un ámbito humano entiéndase como la lógica clara del no ver al “otro” como un objeto, insensible y poco pesante lo cual no es sano para ningún trato social .

Con estas diversas maneras de interactuar estamos explorando los jóvenes y adultos nuevas maneras de relación con énfasis en una libertad y comunicación clara como también una mirada macro visual del que se puede y que no y bajo qué términos se maneja el concepto género y eso como influye en estas relaciones. Esto es parte importante también de los cambios en las economías y la influencia mundial de diversidad cultural que las redes e el internet han hecho por que conocer y entender las diferentes culturas ya es mucho más fácil por ende también las relaciones de parentesco pluriculturales.

Entre las reflexiones que hace Levi-strauss, plantea que se puede extraer diferentes dificultades de la existencia cotidiana y el obstáculo que ponen a la formación de los privilegios económicos de los que puede verse con facilidad que, en las sociedades más evolucionadas, constituyen siempre la infraestructura de la poligamia son los que limitan, en estos niveles arcaicos, el acaparamiento de las mujeres en provecho de algunos.

Las observaciones sociales y biológicas se unen para sugerir que estas tendencias son naturales y universales en el hombre y que las únicas causas responsables de su represión provienen de limitaciones nacidas del medio y de la cultura.

Levi-strauss afirma que “la monogamia no es una institución positiva: constituye sólo el límite de la poligamia en sociedades en las cuales, por razones muy diferentes, la competencia económica y sexual alcanza una forma aguda. El débil volumen de la unidad social en las sociedades más primitivas da cuenta de estos caracteres particulares”.

Recommended2 Me gustaPublicado en Antropología y Género, Humanidades

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