Un hombre llamado Mehemet quien dedica su vida a ser reciclador encuentra a Alí, un niño abandonado, entonces decide cuidarlo, empieza a sentir empatía, amor y solidaridad hacia él hasta tal punto que realizan diferentes actividades juntos, lo enseña a nadar, a trabajar, y comparten grandes momentos como familia junto a sus amigos recicladores.

Esta película de Netflix nos muestra la difícil situación que viven los niños que provienen de hogares disfuncionales, que además son abandonados por sus padres y las consecuencias psicológicas que sufren a raíz del abandono.

Según los informes de UNICEF, “existen 100 millones de niñas y niños abandonados en todo el mundo, de los cuales 40 millones pertenecen a América Latina. Con edades que oscilan entre los 10 y 14 años, son condenados a intentar sobrevivir en el único “hogar” que tienen disponible, esto es, las calles del continente. “Niños de la calle” es un término general que se aplica a la niñez en alto riesgo de las áreas urbanas, sin tomar en cuenta las diferencias entre ellos. No son todos abandonados, y no todos viven en la calle. UNICEF distingue entre dos grupos de niños según la situación de sus familias: La niñez “en” la calle es el grupo más grande. Trabajan en las calles pero mantienen relaciones cercanas con sus familias. La mayoría (aproximadamente un 75%) mantiene sus vínculos familiares, y aunque pasan mucho tiempo lejos de ellos, sienten que tienen un hogar. Las niñas y niños “de” la calle (aproximadamente el 25%) están sin hogar y tienen los vínculos familiares rotos debido a la inestabilidad o a la desestructuración en sus familias de pertenencia. En algunos casos han sido abandonados por éstas y en otros casos ellos mismos decidieron irse. Comen, duermen, trabajan, hacen amistades, juegan en la calle y no tienen otra alternativa que luchar solos por sus vidas” Revisar  BOLETIN DEL INSTITUTO INTERAMERICANO DEL NIÑO Nº 236 – ENERO 2001.

Un gran porcentaje de estos niños sin hogar han encontrado en el reciclaje un medio de subsistencia, un oficio que pone en riesgo su vida y los ubica en una situación de mayor vulnerabilidad.

De tal manera la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó  Los niños y los basureros digitales: un informe que señala todos los riesgos para la salud a los que 18 millones de menores de edad se encuentran expuestos, por cuanto las actividades que se realizan en estos vertederos carecen de control. “Los riesgos más importantes para la salud se han relacionado con la exposición a metales pesados o a contaminantes orgánicos persistentes como las dioxinas y partículas emitidas por la combustión de los desechos, una de las principales formas de procesamiento clandestino de la basura electrónica. Estos residuos electrónicos contaminan la tierra, el agua, el polvo y el aire.” https://elpaís.com/planeta-futuro/2021-07-19/viejas-computadoras-o-teléfonos-18-millones-de-ninos-viven-juegan-y-trabajan-entre-basura-dígital.html

Para el año 2030 se prevé llegar a 74,7 millones de toneladas de desechos electrónicos.

DE CARA A NUESTRO NIÑO INTERIOR

«Se contuvo hasta que los sollozos de su niño interior disminuyeron por completo. Te amo, se dijo a sí misma. Todo estará bien». H. Raven Rose.

Nuestro niño interior es esa persona que alguna vez fuimos y que una vez siendo adultos en determinadas situaciones aparece de alguna forma expresando sus emociones y sentimientos.  Si nuestro niño interior tiene heridas emocionales las consecuencias las vamos a vivir para siempre, por lo tanto debemos trabajar en los daños que tiene ese niño.

Ahora bien,  la sociedad espera que en determinadas situaciones reaccionemos según nuestra edad, nuestros títulos, incluso nuestro género,  pues en la edad adulta ya no habría lugar a pataletas y a emociones no racionalmente expresadas, es así como hemos asociado Madurez emocional y edad adulta, al respecto  podemos destacar lo escrito por Margarita Blanco, en su libro Sanación emocional del niño interior,  “quien está llevando el control de la tormenta emocional es ese niño lastimado que habita dentro del cuerpo del adulto. Si recuperamos en amor a este Niño que fuimos y que habita en nosotros, y lo “re-parentamos” o sea, nos convertimos en nuestra propia madre y nuestro propio padre, este pequeñito lastimado florecerá, lo que significa que nuestra esencia emocional sanará. Entonces, la manera de ver el mundo cambiará y por ende, la manera de interactuar con él.” 

Por eso es importante volcar la mirada a nuestro niño o niña interior, amarlo, abrazarlo y entender que nuestras heridas emocionales debemos reconocerlas, aceptarla y trabajar en ellas. Quienes somos padres podemos ver a nuestro niño o niña interior reflejarse en nuestro hijos, entonces nos surgen necesidades de juego, de risas,  de caricias, de abrazos y es momento oportuno para dejarse llevar y consentir al niño o niña que una vez fuimos.

De igual forma, como adultos debemos crear ambientes sanos, llenos de respeto y amor por los niños, niñas y adolescentes, garantizándoles la materialización de sus derechos fundamentales y creando con ellos lazos fuertes que les permitan desarrollar habilidades emocionales para implementarlas en cada etapa de su crecimiento.

Finalmente,  ¿hoy abrazaste a tu niño o niña interior?.

Recommended2 Me gustaPublicado en Desarrollo personal, Humanidades

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